lunes, 29 de abril de 2013

Sobre las novilladas de Las Ventas.


Click para ver al novillo presentado, que no toro.
El astado de arriba, que supuestamente puede pasar como toro en cualquier plaza del mundo, sale en novilladas con picadores en Madrid, hecho que para algunos supone un escándalo. ¿Y por qué? Hace un año El Juli trinó y se levantaron de inmediato las voces de rechazo, que en el fondo intentan limar las asperezas naturales de un rito de muerte con dichos reclamos, que evidencia la sugestión de culpabilidad que siempre encierra en la afición la muerte o desgracia del torero (Joselito, Manolete, Yiyo). Entonces es necesario preguntarse, ¿es ético enviar al novillero a estas novilladas de Madrid?

La tauromaquia es un ejercicio difícil, el torero ha de enfrentar tarde a tarde a una amenaza mortal, a la realidad de la muerte misma,  por lo que hablar de confort en estos temas resulta extraño, cuando menos engañoso. Pareciera que algunos pretenden que el novillero debe apartarse de esta realidad, máxime si olvidamos que precisamente ha de foguearse con la muerte para aprender a afrontarla. Es obvio que todo debe tener un enfoque gradual, esto es, que al becerrista que apenas lleve 10 paseíllos no se le puede hacer debutar con picadores en Las Ventas, pues no estaría en condiciones de lidiar.
Sin embargo, un análisis más minucioso nos explicará la naturaleza de estas novilladas; mi posición es que el problema no son las novilladas.

Para empezar, hay que dejar claro el respeto a todos los novilleros del mundo, que hoy no tienen que moverse entre el hambre y el desarraigo de las sociedades convulsas, como los maletillas, pero que sí deben hacerlo en una sociedad hostil contra el toreo cada vez más radicalizada. Precisamente ese respeto pasa por darles la medida justa, ser sincero con ellos y permitir que como siempre, sea el toro quien revele sus virtudes y defectos. Para eso son las novilladas de Las Ventas, Alternativas sin rito que dan la justa medida, revelan falencias a superar y descubren virtudes apreciables, todo como un ejercicio pedagógico.
Las novilladas de Las Ventas se presentan así como un ejercicio que pone en cintura y mide la realidad de cada tauromaquia de los novilleros, lanzando sobre ellos una advertencia sobre si tienen madera para torero o no, y bajo qué presupuestos, imposibles de ver en otras plazas, donde la especialidad es el olé incondicional y el aplauso de focas. Estas novilladas son una suerte de alternativa sin rito, y por ello importante como tauromaquia. Lo grave es confundirlo con un ejercicio de torismo despótico, como si pudiera decirse lo mismo de las anteriores tradiciones novilleriles taurinas: maletillas, Valle del Terror, capeas con vacas cinqueñas toreadas, los amigos muertos y la pobreza arreando.


Click. Previsualizaciones de los videos sobre novilladas de Madrid

Tras la introducción de las escuelas taurinas con la iniciativa del maestro Andrés Vázquez, se despojó al trámite de querer ser torero lo más áspero de su naturaleza, desde el hambre y la necesidad hasta la falta de pedagogía, la ignorancia a la hora de enfrentar esta u otra embestida o la falta de rigor en los métodos…todo ello atendiendo a un sentido de la humanidad y de la Academia que ciertamente es innegable en su bondad, pero que tampoco puede suavizarse hasta el punto de rasgarse las vestiduras por las novilladas de Madrid.

Las novillas de Las Ventas arrojan otros puntos críticos sin embargo, pues a mi parecer lo que está mal es que un novillo de Las Ventas goce de más trapío que muchos de los toros lidiados por aquellos que se molestan públicamente, para la muestra un botón:



Quizá también, que sean los novilleros quienes tengan que matar hierros de encastes minoritarios, por ejemplo, como las auténticas ráfagas de demonios que fueron los Moreno de Silva, que enviaron en dos novilladas a 9 toreros a la enfermería heridos, entre novilleros y subalternos, mientras otros arriba van tan cómodos; el hierro bravo y minoritario solo ve rentabilidad en la novillada, pues se ahorra uno o dos años de cría y es una opción real frente a la ausencia de compra de toros en el circuito mayor, monopolizado por el monoencaste; en un mundo justo, el hierro duro debería estar con el torero maestro. Lo anterior es quizá la única objeción moral contra las novilladas de Las Ventas, pero con obviedad, la culpa no es de los organizadores de las mismas:

Toro (jejej) de monoencaste, exultante de bravura.

 Las novilladas de Las Ventas deben ser defendidas pues se ajustan a la realidad de la Fiesta y de la primera plaza del mundo, mas sus criterios de selección en cuanto a actuantes, deben ajustarse a los novilleros punteros y con un bagaje comprobable; no he leído al primer novillero quejarse, y aunque la suspicacia impone que guardarían silencio para no enemistarse con el sistema, la verdad es que todos sueñan con una oportunidad de triunfo en Madrid, y si la sueñan, son conscientes de la intensidad del toro que allí sale, lo que hace grande el triunfo cuando pasa.

Así las cosas, hay que entender estos 3 principios: que la Fiesta no es un ejercicio fácil y de confort, por lo tanto la educación en la dureza es correcta; que lo malo es quién lidia estas novilladas complicadas, por lo que habría que pensar en organizar de una vez por todas el circuito novilleril atenidos a la realidad para que sean lidiadas por novilleros toreados;  y que lo único escandaloso de las novilladas de Madrid es que envían un mensaje sobre los toros que los del escalafón de arriba están matando. En consecuencia no hablamos de tamaños, volúmenes, metros de pitones ni demás memeces ultra toristas, sino del trapío que da la edad, pues no hay que obviar que en el fondo, la lucha contra los abusos de las figuras se reduce a la edad de los toros que lidian, edad que arroja unas hechuras imposibles de negar, y edad que cada vez más va bajando, junto al monoencaste, habida cuenta de que las juntas técnicas le rechazan los toros reseñados. Solo en la pasada feria de Sevilla, 32 toros de monoencaste fueron rechazados al no cumplir con las condiciones zootécnicas de trapío mínimas: 32 toros rechazados en tardes donde actuaban figuras, hecho sobre el que nadie se rasgó las vestiduras.

 Un torero en maestro debe lidiar corridas cinqueñas pues es el punto máximo de exigencia y maestría lo que ocurre en aquellos toreos con cinqueños. Un novillero se debe mover bajo la edad de los 5 años, o sea, dentro de los 4 y 3 años del toro. Lo inmoral es que se lidie la misma edad en novilleros y toreros, y por supuesto que la culpa aquí no la tiene ni el novillero, ni quien organiza la novillada. La culpa la tiene quien no se atiene a la lógica. Las novilladas de Madrid se atienen a la lógica, y es un ejercicio más inolvidable para el novillero, que moverse en un mundo que no lo prepare para ser matador de toros. Entiéndase que no es un llamado a la carnicería de muchachos con ilusiones.

En conclusión, la única objeción moral contra las novilladas de Madrid no son las novilladas mismas, sino el contraste que plantea entre lo que mata un novillero en la primera plaza del mundo, y lo que matan los primeros toreros del mundo, donde la inversión es clara. Rasgarse las vestiduras de tal manera, solo responde a un fondo en el cual ver tanta tauromaquia light ha hecho que fenómenos como la indultitis o el toro sin presentación tapado por el toreo de un espada, radica en obviar verdades profundas y violentas del toreo, que cuando pasan, generan rechazo generalizado, como por ejemplo estas novilladas.

Por sus cortas patas y lo estrecho de su columna, este Guadaira lidiado ayer en Madrid da cuenta de su condición: NOVILLO