viernes, 19 de abril de 2013

TRATA SOBRE LA CORNADA QUE SUFRIÓ EL JULI EN LA SEVILLANA MAESTRANZA, POLO TAURINO ALEJADO DE LA PROVINCIA LLENA DE LEPROSARIOS

La cornada de El Juli hoy en Sevilla sin duda es un hecho desgraciado para el torismo (o purismo, o integrismo, o cualquiera que sea la corriente de taurinos que intenten defender ciertos principios en la tauromaquia). Fundamentalmente, porque llenó de falsas razones a getas ignorantes y aprovechadas, y porque también impidió que el diestro de Velilla toreara la corrida de Miura el domingo.  Antes que nada, como taurino, expreso mi estupefacción y desazón ante el hecho del dolor humano, reacción que es espontánea y versa sobre la solidaridad que nos debemos unos a otros como seres de una misma comunidad moral: la humanidad. Por eso mismo, me repugna indeciblemente que algunos adalides del torerismo, se aprovechen de este gravísimo percance para fustigar a los toristas, integristas y puristas, a través de texto injuriantes, por demás plagados de ignorancia histórica y rencor crítico. Como entristece el hecho de la cornada, repugna que otros la aprovechen para atacar taurinos. Pero veamos de cerca una geta ignorante:


Click sobre la foto para verla grande y poder leer el genial texto
Este progenio, que califica de “lepra” a quienes ven 3 corridas menores en pueblos, como si en Cenicientos se supiera menos de toros que en México D.F., no solo peca de un petulante clasismo; sus incursiones poco afortunadas, incluyen genialidades como sacar tema para fustigar a quienes protestan en España por los desahucios, a partir de una media verónica de Morante. Su defensa a ultranza del torerismo y las figuras es tan respetable como la defensa del torismo y la diversidad de encastes en otros; allí hay un punto en el que el aprovechamiento del dolor humano, no puede ser un argumento torista, pero sí torerista. Por ello vemos este infortunado comentario de la geta ignorante, quien pareciera se congratulara de la cornada y la sangre humana, pues esto, se supone, es un argumento. Señor geta ignorante, vamos a acotar un poco se columna, le pido atención:

1)El toro que corneó a El Juli, un presentado animal de Victoriano del Río, ha sido declarado unánimemente por la crítica como MANSO. Desde Mundotoro hasta Ignacio Sánchez Mejías, esto es, desde la parcialidad hasta la imparcialidad, la crítica ha señalado que el toro manseó en el caballo, en la capa, en las banderillas, y en la muleta. Cuando eso sucede, regularmente el toro no es considerado como BRAVO; espero sepa entender tal principio. En consecuencia, si usted pretende demostrar la bravura y la peligrosidad del monoencaste basándose en un toro MANSO, el argumento se vuelve contra usted. Demostrar que una ganadería o un encaste tienen peligro, pero hacerlo a través de un toro manso, es tan descabellado como demostrar la seguridad de los viajes en avión, citando un accidente aéreo, o sea, se juega a la mentira más ridícula.


2) La “negativa lepra”, como llama usted a quien no confunde un manso con un bravo, por lo menos tiene un poco de juicio histórico: Granero no lidiaba los toros fáciles de su época, esa mentira es casi tan intragable como suponer que Paquirri era el maestro consumado de su era. Su comentario, que vuelve a Granero un ventajista y a Paquirri un torero de época, demuestra una vez más su ausencia de pudor para manipular los hechos en conveniencia a sus tesis: se mete usted con un herido actual, y con dos hombres muertos en el ruedo.

3) Si vamos a santificar a los toreros porque caen tras cornada y a las ganaderías porque sacan toros que dan cornadas, creo que debe invertir sus preferencias: las corridas lejos del monoencaste se lidian 4 veces menos, pero pegan muchísimas más cornadas. Las dos últimas grandes cornadas, las de Padilla y la del maestro Fernando Cruz, precisamente no fueron con toros de Domecq. No recuerdo haber leído su nota sobre la cornada a Fernando Cruz, una cornada en el vientre terrible y mucho más impactante que la de El Juli, pese a que según su método, cornadas a toreros significa que hay verdad. Por el contrario, usted no pierde oportunidad para pedir que se mande al matadero a todas las ganaderías que no son de encaste Domecq, petición tan increíble como verlo a usted en un restaurante raspando un postre, precisamente con los señores Domecq, por lo que habría que añadirle a sus virtudes, además de los profundos conocimientos en historia taurina, y respeto a la provincia, la virtud de ser un periodista imparcial. La cornada de El Juli nos aterriza en una verdad más profunda: que precisamente el toro cornea, es su deber.

4) Exige respeto para la sangre de El Juli, pues yo se lo exijo también para que no la utilice como tinta de su tintero para insultar a los demás.

La cornada; puede verse la boca y los belfos del toro retratados en la tela.

Tan sencillo como esas 4 cosas: el toro era manso, un toro manso no prueba la bravura de nadie, la historia no se puede mentir, y hay que tener la suficiente altura para no aprovecharse del dolor humano. Lo del señor Paco Mora, recuerda el oportunismo de Nat Geo y de Purina, quienes publicaron la foto de la cornada a pesar de no tener nada que ver con la antropología naturalista o la comida para perros, del mismo modo que lo de Paco Mora no tiene nada que ver con saber de toros.

¿Por qué el toro corneó a El Juli? Por la misma razón que un toro de la misma ganadería le perforó a Castella una pierna hasta llegar a tocar el hueso pubis el año pasado: los Victoriano del Río son toros de cabeza aparatosa y loca, sin líneas armónicas de cuello, y que por ello, naturalmente se defenderán revolviendo su cabeza, razón ésta por la que necesitan un fuerte puyazo, o sea, un tercio de varas al derecho y al revés. Las figuras no pueden hacer un tercio de varas digno, porque se quedan sin toro. Según un terrible principio matemático, restarla la mitad a algo que ya es una mitad, da como resultado quedar con un 0 (cero, señor Mora). Si a eso le sumamos que el toro es manso, y que El Juli en una muestra de pudor quiso meterlo en la muleta para lograr torearlo, pero lo hizo con su estilo, que deja una larga distancia entre el torero-tela y el toro, pues tenemos que la ventana quedó abierta para la infortunada cornada. Si algo hay que reprocharle a El Juli, es que no se haya doblado primero con el toro. Y hasta aquí puede llegar cualquier comentario sensato y educado sobre la cornada. De perros sin gracia es usarla para legitimar principios, pues esto es pisotear la sangre de El Juli.

Inicié este pequeño desagravio diciendo que quienes más lamentan que El Juli haya sido cogido son los toristas. No me considero torista a ultranza, pero entiendo que la tauromaquia atraviesa por un momento definitivo. Estamos a semanas de que desaparezca el encaste Coquilla, y a meses de que pase lo mismo con Urcola, y a poco menos tiempo de que pase con los Gallardos de Partido de la Resina. Los toros están muriendo en el matadero, y si perdemos la diversidad de encastes, y el encaste Domecq toca su techo, nos daremos cuenta de que ya no tenemos toros para torear. Por eso encuentro ciertas reivindicaciones como válidas: los toristas piden diversidad de encastes. Hoy, solo dos hechos pueden ser gestas de verdad: El Juli toreando y triunfando con los Miuras, y Fandiño por la puerta grande de Las Ventas; si una de estas gestas se cumple, consumaríamos una época entera: unir la historia del torerismo y el torismo, o sea, la historia de la bravura pura y la del arte puro. Un hado infortunado nos privó de la primera gesta.

Con la boca llena de sangre y su pierna derecha perforada, lejos de imaginar que su cornada será usada por revisteros para criticar a quienes le aplaudieron de pie cuando lidió Guardiolas, Miuras, Victorinos y demás.