Click sobre la foto para verla grande y poder leer el genial texto |
1)El toro que corneó a El Juli, un presentado animal de
Victoriano del Río, ha sido declarado unánimemente por la crítica como MANSO.
Desde Mundotoro hasta Ignacio Sánchez Mejías, esto es, desde la parcialidad
hasta la imparcialidad, la crítica ha señalado que el toro manseó en el
caballo, en la capa, en las banderillas, y en la muleta. Cuando eso sucede,
regularmente el toro no es considerado como BRAVO; espero sepa entender tal
principio. En consecuencia, si usted pretende demostrar la bravura y la
peligrosidad del monoencaste basándose en un toro MANSO, el argumento se vuelve
contra usted. Demostrar que una ganadería o un encaste tienen peligro, pero
hacerlo a través de un toro manso, es tan descabellado como demostrar la
seguridad de los viajes en avión, citando un accidente aéreo, o sea, se juega a
la mentira más ridícula.
2) La “negativa lepra”, como llama usted a quien no confunde
un manso con un bravo, por lo menos tiene un poco de juicio histórico: Granero
no lidiaba los toros fáciles de su época, esa mentira es casi tan intragable
como suponer que Paquirri era el maestro consumado de su era. Su comentario,
que vuelve a Granero un ventajista y a Paquirri un torero de época, demuestra
una vez más su ausencia de pudor para manipular los hechos en conveniencia a
sus tesis: se mete usted con un herido actual, y con dos hombres muertos en el
ruedo.
3) Si vamos a santificar a los toreros porque caen tras
cornada y a las ganaderías porque sacan toros que dan cornadas, creo que debe
invertir sus preferencias: las corridas lejos del monoencaste se lidian 4 veces
menos, pero pegan muchísimas más cornadas. Las dos últimas grandes cornadas,
las de Padilla y la del maestro Fernando Cruz, precisamente no fueron con toros
de Domecq. No recuerdo haber leído su nota sobre la cornada a Fernando Cruz,
una cornada en el vientre terrible y mucho más impactante que la de El Juli,
pese a que según su método, cornadas a toreros significa que hay verdad. Por el
contrario, usted no pierde oportunidad para pedir que se mande al matadero a
todas las ganaderías que no son de encaste Domecq, petición tan increíble como
verlo a usted en un restaurante raspando un postre, precisamente con los
señores Domecq, por lo que habría que añadirle a sus virtudes, además de los
profundos conocimientos en historia taurina, y respeto a la provincia, la
virtud de ser un periodista imparcial. La cornada de El Juli nos aterriza en
una verdad más profunda: que precisamente el toro cornea, es su deber.
4) Exige respeto para la sangre de El Juli, pues yo se lo exijo también para que no la utilice como tinta de su tintero para insultar a los demás.
La cornada; puede verse la boca y los belfos del toro retratados en la tela. |
Tan sencillo como esas 4 cosas: el toro era manso, un toro
manso no prueba la bravura de nadie, la historia no se puede mentir, y hay que
tener la suficiente altura para no aprovecharse del dolor humano. Lo del señor Paco Mora, recuerda el oportunismo de Nat Geo y de Purina, quienes publicaron la foto de la cornada a pesar de no tener nada que ver con la antropología naturalista o la comida para perros, del mismo modo que lo de Paco Mora no tiene nada que ver con saber de toros.
¿Por qué el toro corneó a El Juli? Por la misma razón que un
toro de la misma ganadería le perforó a Castella una pierna hasta llegar a
tocar el hueso pubis el año pasado: los Victoriano del Río son toros de cabeza
aparatosa y loca, sin líneas armónicas de cuello, y que por ello, naturalmente
se defenderán revolviendo su cabeza, razón ésta por la que necesitan un fuerte
puyazo, o sea, un tercio de varas al derecho y al revés. Las figuras no pueden
hacer un tercio de varas digno, porque se quedan sin toro. Según un terrible
principio matemático, restarla la mitad a algo que ya es una mitad, da como
resultado quedar con un 0 (cero, señor Mora). Si a eso le sumamos que el toro
es manso, y que El Juli en una muestra de pudor quiso meterlo en la muleta para
lograr torearlo, pero lo hizo con su estilo, que deja una larga distancia entre
el torero-tela y el toro, pues tenemos que la ventana quedó abierta para la
infortunada cornada. Si algo hay que reprocharle a El Juli, es que no se haya
doblado primero con el toro. Y hasta aquí puede llegar cualquier comentario
sensato y educado sobre la cornada. De perros sin gracia es usarla para
legitimar principios, pues esto es pisotear la sangre de El Juli.
Inicié este pequeño desagravio diciendo que quienes más
lamentan que El Juli haya sido cogido son los toristas. No me considero torista
a ultranza, pero entiendo que la tauromaquia atraviesa por un momento
definitivo. Estamos a semanas de que desaparezca el encaste Coquilla, y a meses
de que pase lo mismo con Urcola, y a poco menos tiempo de que pase con los
Gallardos de Partido de la Resina. Los toros están muriendo en el matadero, y
si perdemos la diversidad de encastes, y el encaste Domecq toca su techo, nos
daremos cuenta de que ya no tenemos toros para torear. Por eso encuentro
ciertas reivindicaciones como válidas: los toristas piden diversidad de
encastes. Hoy, solo dos hechos pueden ser gestas de verdad: El Juli toreando y
triunfando con los Miuras, y Fandiño por la puerta grande de Las Ventas; si una
de estas gestas se cumple, consumaríamos una época entera: unir la historia del
torerismo y el torismo, o sea, la historia de la bravura pura y la del arte
puro. Un hado infortunado nos privó de la primera gesta.