El Juli en La Santamaría de Bogotá hace 3 años. Al muletazo le falta algo, y le sobra la cortina con la que torea. |
Tengo un axioma: las faenas medianas pero deslumbrantes tienen como efecto el
estallido de la lírica en los taurinos; se diferencia esto de lo ocurrido con
las buenas faenas, las de verdad, debido a que estas faenas son un poco más
inteligentes que todos nosotros. En el primer caso, donde recientemente entra
la actuación de Morante en Valencia y la de El Juli en Sevilla, la prensa
taurina transforma la información en adulación, y a esta en idolatría cursi; en
el segundo, el taurino no tiene adjetivos, pues como dije, la faena es un poco
más inteligente que todos nosotros, y no podemos nombrarla; un claro ejemplo de
lo que acabo de decir, es la faena del maestro Robleño a un Victorino de 700
kilos de alzada, pitón y largura llamado Madrugador, y que ya nadie recuerda:
no tuvo líricos que cantarán el poder del torero, que logró meter en la muleta
semejante tanque de guerra; por otro lado, nadie imagina que la faena del
maestro Rincón al inmortal Bastonito, haya admitido el mínimo adjetivo rosado
para clarificarla. Todo lo contrario, cuenta Vidal en su magisterio que las
tertulias tras la faena llegaron al amanecer, y todos discutían seriamente si
el toro era bravo, si la faena fue planteada con corrección, si los terrenos
fueron felizmente acertados o si el pinchazo inicial canta que el toro tenía
más ira para torearla antes de entregarse. De hecho, la columna de Vidal
condena la faena de Rincón, y de paso a Bastonito. De estas actuaciones,
nadie habría podido escribir la siguiente ridiculez:
“Un dios a compás, dueño de la torería, el cante jondo y las
bulerías. El toreo en el corazón, en su cintura, en su muñeca; el toreo en el
de pecho inabarcable por inacabable y en el ayudado por alto de otro divino, el
Divino Calvo, aquel Rafael el Gallo hermano de José. Caían las ideas de las
últimas horas y se desmoronaban las teorías asumidas del Mediterráneo fallero
de traca y pandereta, reolinas y polvareda. Cabe todo en la plaza litrista,
sorista y bullanguera que se rendía al toreo del genio de La Puebla. Y el olé
de cañas y barro se tornaba en óle de Sevilla, y la huerta olía a azahar.”
O peor:
“El mentón en el nudo de la
pañoleta que en Morante es conexión de planetas”
Infelizmente, la primera cita sobre la faena de Morante en Valencia no
nombra una palabra: TORO. Para ser más precisos, en la faena hubo medio toro,
siempre con la cara alta, señalado apenas en el caballo, cobarde y con una
nobleza que alcanzaba para fundar 3 conventos. Lo hecho por Morante entonces
pierde la mitad de su importancia si el agente que combate está toreado de
rendido apenas pisa la arena, del mismo modo que su primera faena en La México
la temporada pasada, donde con un indecente novillo enloqueció a la plaza más
loca. Y me permito decir algunas cosas de esta faena en Valencia, antes de
entrar de lleno en el tema de El Juli y su muleta poderosa:
Uno de los supuestos logros del toreo posmoderno es la ligazón en un
ladrillo, o mejor, que el torero pueda atornillar las zapatillas en la arena
para torear, siendo eje inamovible. Lo contrario a esto, se conoce como
“pajarear” (distinto a “perder un paso”), acción que resulta de corregir con
pequeños pasos rápidos el sitio para poder colocarse y pegar un nuevo muletazo.
En los valores actuales, pajarear se considera malo, y la quietud en un solo
sitio, buena. Minimizo la faena de Morante en los mismos términos en que los
quemadores de incienso minimizan las corridas donde los toros son bravos y no
permiten respiro, por lo que el torero debe pajarear. Incluso, algunos ignorantes
confunden la tauromaquia dura con “toreo de piernas”, como si fuera toreo en
8s, ó macheteos a pitón y costillar contrario, lo hecho por estos toreros que
pajarean y corrigen su sitio para pegar otro muletazo en las corridas duras.
Bien, pues la faena de Morante en Valencia, pese a ser con una babosa, erró en
todos los terrenos (incluso mató en suerte contraria!) y solo pudo ligar en un
ladrillo en 2 series (una no fue jaleada por anodina, la otra jaleada pero con
dos enganchones, aunque lenta y buena visualmente); siempre corrigió o pajareó,
y no le pudo al pobre toro por el pitón izquierdo, con lo que no hubo toreo al
natural. Pudo instrumentar 5 muletazos de una belleza indescriptible, pero de
los 5, solo 2 fueron en una misma serie. Entonces, si se considera que la
ligazón que vale es aquella en la que el torero se queda quieto y puesto, la
faena de Morante para los posmodernos no debe valer un peso. ¿Por qué canonizar
la faena de Morante en Valencia, y no la de Urdiales ante el segundo Victorino
de su comparecencia en Bilbao el año pasado, donde del mismo modo el riojano le
robaba a la alimaña, antes que esta lo apaleara, muletazos hermosos pero
inconexos de una serie sólida? Detalles estos microscópicos, habrá por supuesto
quien no lo vea así, pero la actitud es similar a la de los patrioteros
mexicanos, que echan espuma de rabia cuando alguien dice “lopecina” en lugar de
“zapopina”, como si uno les estuviera exigiendo que en lugar de “gaonera”
dijeran “lance de frente por detrás”.
¿Que la faena fue un compendio de arrebato, tuvo pasajes de calidad en
la muleta, pues compuso barrocamente tras pajarear en cada pase y conectó con
los tendidos? Nadie lo niega, pero curiosamente sería inválida para los valores
actuales, y en consecuencia, la ola de lirismo cursi que desató, que de hecho
niega cualquier aspecto técnico, es más que injustificada.
Retomando, de la faena de El Juli en Sevilla, de los pocos aspectos
técnicos tratados por la ola que aduló su actuación ya beatificada sin que
nadie la haya visto completa, salió a relucir que El Juli se había vaciado en
una serie, y que su faena al segundo fue un compendio de poder, con lo que se
recuerda que “EL JULI ES LA MULETA MÁS PODEROSA DEL ESCALAFÓN”.
Sería necesario estudiar qué es tener poder en la muleta; de hecho, no
es una objetivación del torear, o sea, lo que se tiene es mando, y por
extensión poder, y se es un torero poderoso, mas no existe eso de “muleta
poderosa”, existe el mando al momento de dar un muletazo; bien, un torero con
poder, se sobrentiende, es aquel que posee tal mando que sus toros siempre le
obedecen; el poder se entiende desde la base sencilla de admitir que al pisar
la arena en el primer tercio, el más poderoso es el toro; quien lo reta, torea
y domina, se alza entonces como el nuevo poderoso; lo hace a base de mandar;
puede ser una licencia retórica hablar de muleta poderosa, y si se
quiere usar el término, sea.
Lo que aquí discutimos en últimas no es si la muleta poderosa se
diferencia de tener mando en la muleta, lo que realmente dudamos es que un
torero que se mide hace 6 años a las mismas ganaderías tristemente célebres por
su debilidad y mansedumbre e intrascendencia en la fuerza, está realmente por
encima de toreros que se miden a toros con más poder, bravura, recorrido, celo,
e incluso presencia. No mintamos: no es lo mismo citar, embarcar y rematar un
muletazo a un garcigrande, que hacerlo con un Cuadri, un Victorino, un Raso o
un Prieto. En el primer caso, el riesgo mortal, la bondad, el fuera de cacho,
la debilidad del toro (débil porque nunca se le somete a un tercio de varas
real, y aun así, llega sin transmisión a la muleta en la mayoría de los casos),
no pueden hacerle sombra a pegarle un muletazo sin tocar sino enganchando con
el vuelo, a un Victorino, como hicieron Urdiales en Bilbao y Robleño en Arles,
recientemente. Los naturales (que eso fueron) del par de toreros que acabo de
describir, son la cumbre del poder, pues el todopoderoso toro es domeñado y ni
siquiera hay que pegarle un toque para dar un muletazo de contenido estético y
ético superiores, a cualquier muletazo a los perros.
Decir que El Juli es la muleta más poderosa del escalafón, es como
asegurar que un boxeador es el rey de los pesos pesados, con todo y que solo se
enfrenta a niños de 5 años, mientras al mismo tiempo, verdaderos noqueadores de
pesos pesados compiten de poder a poder entre ellos, permítaseme este ejemplo
comparativo tan estúpido como ilustrativo. Frente a ello hay algo: se aduce que
El Juli tiene mucho mando, pues regularmente le hace faenas a toros que no
tenían un solo pase, o más coloquialmente “le saca embestidas a un mueble”; lo
anterior, lejos de hablar bien del supuesto poder y mando de El Juli, da cuenta
de la mediocridad de toros a los que siempre se mide, especialmente en México,
donde son célebres sus arrimones; que la virtud de un torero sea sacarle
embestidas al que no tiene un solo pase, debería considerarse como insultante,
pues el torero nos cobra millonadas por torear toros sin pases, esto es, toros
que se niegan a comportarse como se le exige a un bravo, pues no son bravos.
¿Poder? ¿Mando? Son nociones que deben entender siempre y solo siempre con
respecto a CONTRA QUIÉN SE TIENE ESE PODER, Y A QUIÉN SE MANDA. Es un principio
tanto sociológico como taurino
César Rincón, durante su última Puerta Grande en las Ventas con un toro presentado de Alcurrucén, sometiendo al toro pero también él sometido al azar de ofrecer el medio pecho y cargar. |
Sabido es que la prensa pagada por los empresarios de las figuras han
negado cualquier validez al torero que ocurre con las ganaderías difíciles,
para así justificar que las figuritas no lidien esta clase de hierros; hace
poco vimos cómo mundotoro mintió al decir que en Arles la corrida de Cebada
Gago no se pudo torear (3 faenas 3 impresionantes) y hubo 1/3 de plaza (cuando
la entrada rozaba los ¾). Del mismo modo, han negado que los toreros del
denominado escalafón bajo, hagan cosa distinta a correr frente a toros intoreables.
Admitamos en un caso extremo, la falta de regularidad de Robleño y
Urdiales (como habría que admitir la de Morante); bien, esta dominación al toro
mediante el toreo hasta el punto del control total, no tiene en el trono a
estos toreros de las corridas duras, (corridas duras que REQUIEREN MÁS PODER
PARA TOREAR). Pero en ningún caso, el rey del poder tampoco es El Juli, no hay
un adversario digno al frente, que en realidad exija poder para parar, templar
y mandar, pues para sus toros el picador ni se debe ceñir el barbuquejo, ni hay
que lidiarlos para poderles, ni hay que poderles para torearlos: son
pastoreados sin dificultad y con todo el ventajismo que pueda proveer el
descargar la suerte, estar fuera de cacho y abusar del pico, espernancado y de
perfil. La muleta más poderosa del escalafón, así las cosas, por poder real del
toro y el torero, regularidad y verdad hasta el punto de hacer la tauromaquia
seria y vívida, la tiene el torero que aparecerá en la siguiente foto, y al que habría que sumarle el nombre de RAFAELILLO:
Iván Fandiño con un Torrestrella es Arles |