viernes, 24 de mayo de 2013

Y Manzanares alcanzó las cotas más altas en la última tanda con la derecha


Manzanares abraza a Calamaro: porta la muleta en la mano izquierda y retrasa la pierna de salida, o sea, la pierna izquierda, obviamente de manera concienzuda para alargar y hacer más profundo el abrazo. 


Dice Canal Plus toros que Manzanares alcanzó" las cotas más altas de la faena con su última serie por la mano derecha", tal y como reza el título de la entrada. A continuación el video, y fotogramas del cite y desarrollo de la serie que alcanzó cotas tan altas!

Link del video lleno de arte hasta hacer ver al Louvre como una pocilga donde 3 cerdos se revuelcan entre estiercol y labaza oyendo música de Marbelle : http://canalplus.es/play/video.html?xref=20130524plucantor_1.Ves


Primer muletazo, ajustándose al toro, cargando la suerte y arriesgando su artística vida.
Segundo muletazo, ajustando aún más al toro a su artística cintura, toreo puro con la panza de la muleta.
El diestro se pasa al toro mucho más cerca en el tercer muletazo, el público clama en la tribuna: "el toro lo embarazó" de lo cerca que se lo pasa.
Y para hacerlo más difícil, en el cuarto muletazo se mete más en los terrenos de la embestida del  toro, "serán mellizos".
El torero de manera sorprendente deja de embraguetarse o pasarse de cerca al toro, y de cargar la suerte; en este cambio de manos, el torero traiciona su propio concepto; como ahora todo es al revés, aquí lo está haciendo mal; MAL TORERO


Carga la suerte para el pase de pecho, que es un pase de alivio, igual que el cambiado de manos, ¿por qué no retrasa la pierna en el pase de pecho? Dicen que la retrasa para hacer más profundo el muletazo, ergo, eso haría más profundo el pase de pecho.


Y antes que llamen a la suspicacia, por eso puse el video: si usted ve que el torero se pasa cerca al coso negro con cuernos que va y viene a su aire, en cualquier parte del muletazo (cite, que fue lo que puse, conducción y remate, donde tampoco se los pasa cerca), entonces lo felicito, es usted un manzanarista convencido de que en la física de Jose María, ajustarse a un toro como manda el toreo significa realmente PASÁRSELO LEJOS DE LA CADERA EN EL MULETAZO:

Bravo! Somos Manzanaristas! Sabemos mucho de toros!

                                                 
El pico de la muleta, que es lo usado por Jose María Manzanares en la serie, es un ardid que sólo es lícito cuando un toro se recuesta en la embestida: el pico es la parte más alejada de la muleta con respecto al cuerpo del torero, por ello, torear con él es torear alejando al toro de la cadera; si a eso le sumamos el descargue de la suerte (cargar en últimas es estorbar la trayectoria del toro con una parte del cuerpo del torero, o con el cuerpo, y no estorbar es DESCARGAR), el fuera de cacho y el aflamencamiento, tenemos que Jose María Manzanares no se pasa el toro cerca nunca. ¿Se puede pensar que el toreo es esto? ¿No arriesgar la vida, aliviarse, pasarse al toro lejos? Ruego de manera atenta el favor de mirar en el video de arriba, los espacios que quedan entre el cuerpo y las piernas del torero y la embestida del toro. Es excesivo. Eso no es torear, es pegar pases con estética y empaque.

Es una verdadera pena: tiene uno de los empaques más importantes de la historia, pero su cobardía e impureza hace que su toreo se reduzca a la intrascendencia total. Teniendo algo que otros toreros matarían por tener, pues como el temple, el empaque viene naturalmente con el torero, Jose María lo desperdicia de una manera penosa, y esto solo tiene un culpable: el manzanarismo, la bola de aduladores que confunden el verse bonito con torear, y la legión de mujeres que confunden amar al torero por su físico, con el toreo. Una pena que lamentamos los amantes de la fiesta de los toros. 

El toreo de Manzanares es como un cuadro de Warhol: bonito, pero plagado de poca verdad física y conceptual, pues, necesario es no olvidar,  el arte es la trascendencia de la imagen, no de la apariencia:



Muletazo de Jose María Manzanares



Vía Salmonetes, blog imprescindible

martes, 21 de mayo de 2013

En defensa de la encerrona de Talavante



Hay que declarar la intención: yo defiendo la encerrona de Alejandro Talavante en Madrid. Su deprimente fracaso cuenta con un poder demostrativo tal, que puede decirse que es casi una radiografía de la Fiesta. Su triste incapacidad para afrontar un discreto encierro de Victorino, es asustante, pero me interesa el movimiento que ha suscitado. ¿Qué puede decirse de esta rarísima corrida? Todo fue irreal, como la foto que abre esta post: una plaza plomiza, impresión que reforzaban los cárdenos que se negaban a la habitual explosión de bravura que hasta hace algunos años caracterizaba el hierro. Talavante con un raro traje, su rostro pálido, incluso con una luz blanca como en la foto, y su boca puramente roja de pánico, prefigurando el cadáver de los toros que iba a matar mal. Luego, la nulidad absoluta: de la plaza, de los toros, del torero, del toreo, de la lidia. Aquello desde luego no se pareció en nada a una corrida de toros, careció de cualquier significado y emoción, más parecía un ensayo. Talavante parecía un muerto triste.

¿Qué decir? No deja de abofetear un hecho: que una considerada figura del toreo, se deje comer viva por una corrida dura de menor expresión. Y no es la primera vez del año: ya he dicho que Manzanares, con un Victorino más descastado y mal presentado, hizo en Sevilla un ridículo de proporciones manzanaristas; entonces no hablamos de Talavante y su petardo, sino de algo más efectivo, como que las figuras del toreo de la posmodernidad son la farsa. Uno puede imaginarse muertos de miedo y de incompetencia, a este grupo de figurillas ante un encierro encastado de Cuadri que se desvíe medio milímetro de la acometida absolutamente recta. Por ello, y amparado en la oreja que cortó pueblerinamente Perera en este San Isidro, uno está tentado a decir que las figuras del toreo no torean según la expresión más exacta de lo que se ha conocido desde siempre por torear, sino que instrumentan un producto reducido y falso: no hay toreo y no hay toro, pues no hay bravura real, ni desvío y canalización de esta bravura, pues torear es llevar al toro por donde este no quiere ir, o sea, no en línea recta, su viaje natural; estamos ante la muy dudosa capacidad de acompañar la embestida dócil, en línea recta, pues la debilidad de estos toritos no los deja ir rotos en curvas; entonces no es estrictamente torear, es acompañar, y hacerlo con estética y asentamiento; ¿pero esto puede considerarse como toreo en alguna otra época de nuestra historia, o como pegapasimo más bien? ¿Por qué todo se descuaderna, en cuanto salga un toro auténticamente bravo, e incluso con la mitad de un bravo, ante lo visto en Sevilla y Madrid? ¿Qué clase de tauromaquia es esta?

Entonces uno se remite a la célebre conferencia del maestro Domingo Ortega. Con una humildad no exenta de autoridad, el maestro explica qué es torear, y lo hace hablando sobre la bravura del toro en el 70% de la conferencia. Entonces saber qué es torear debe pasar con necesidad por el toro, y por el arreglo que se tenga para negarlo como entidad sagrada: si va recto, romperlo en curvas cargando la suerte y obligando al animal por ahí. Si galopa por bravo, ralentizar su embestida en la operación de templarlo. Si su naturalidad implica la querencia, torearlo en los medios, donde irá con más bravura al verse sin el cobijo de las tablas. Si su bravura es una furiosa demostración de la vida, matarlo ritualmente, pues el toreo es esto.  Pero antes de estas operaciones, que el maestro basa en dos principios (cargar uno, y templar, el segundo) se debe saber reconocer dónde hay bravura y dónde no. De ahí que no tan inexplicablemente, en esta conferencia el maestro vuelva constantemente sobre la necesidad de introducir el indulto en las plazas españolas de los años 60`s, como medida efectiva para garantizar la bravura en las ganaderías. ¿Uno de los toreros más puros de la historia, abogando por el indulto en Madrid?


Una nota de Salmonetes; algunos críticos inventaron que un inexistente hermano de El Cid picó para Talavante. La verdad es que la lidia, comprendida como la brega del toro en los 3 tercios, fue durante la encerrona menos que estudiantil y miserable, lo que influyó en toros plomizos para la muleta, y si al frente le ponen un torero que está como zombie, ya que no sabe qué hacer con lo que le sale al frente, tan fuera del libreto AL SER MEDIANAMENTE BRAVO

Todo este rodeo viene a un juego matemático: una figura con medio toro realmente bravo, es igual a cero (o). Una figura, con un toro sin tercio de varas, sin toreo en redondo, sin sometimiento, sin muletazos rematados en la pala del pitón contrario, y con un toreo de descargue de suerte, perfilismo y trayectorias lineales estando el torero fuera de cacho y sin bragueta, quizá pueda cortar las dos orejas, lo que es igual a 1, pero bajo un sistema donde un 1 en las figuras, no es igual a un 1 con corridas duras. Me explico la estupidez que estoy diciendo: desde luego que si le creemos al maestro Ortega, torear pasa por el toro, y el 1 del toro bravo es más valioso que el 1 reducido del toroburra. Si una figura no puede demostrar que posee ambos, que le puede a ambos toros, está por debajo de la historia, no es figura.

La encerrona de Talavante es importante porque evidencia que la radical separación entre ambas concepciones taurinas, se está tornando cada vez más irreconciliable. Tenemos una disyuntiva: elegir entre la diversidad de encastes, la riqueza genética, el tercio de varas, la bravura y los valores fundamentales, o el toreo posmoderno de las figuras. Ambas cosas no pueden subsistir en una sola órbita, y no porque sea imposible. El siguiente video demuestra que desde Andrés Vázquez hasta Manuel Caballero, pasando por una increíble faena de El Niño de la Capea, es posible torear quieto, asentado, con arte y ligazón a un victorino durante una encerrona en Madrid, con todo lo que esto significa. Si las figuras de hoy no lo logran, no es porque no se pueda: ES POR QUE ELLAS NO PUEDEN:


Historia de una gesta - Encerronas con Victorinos por blogdetauromaquia

Cuando se supone que este hecho activaría a getas ignorantes como Paco Mora o José Llorente, siempre dispuestas a clamar que el toreo ya no necesita del toro auténticamente bravo, uno se sorprende viendo que los toreristas no están clamando algo como "Ea! Se demostró que el toreo bonito no es posible con un toro desactualizado como este! Se legitima Domecq y el monoencaste, necesitamos estos toros para divertirnos en la plaza, pues a eso vamos, je! je!". ¿Por qué no lo claman a los 4 vientos como una verdad autoevidente, patente en el fracaso de la encerrona? Uno solo puede responder que incluso ellos mismos han captado la gran ausencia de técnica de todas las figuras del toreo, sometidas cada vez más a la comodidad del toro-perro, y con ello al olvido de lo que debe ser la fiesta: una guerra hecha danza, no un simulacro hecho danza. Ellos han visto que el toro que sale no es la tonta del bote, pues este toro duro plantea dificultades que suscitan interés, que hace que haya una especie de vilo en la plaza, similar a cuando el toro romanea, dejando suspenso en el aire al caballo: así es el aficionado. Han visto que esas dificultades sobrepasan a un supuesto maestro, y aquí no solo hay que meter a Talavante, pues no hay que olvidar a Manzanares, a Perera con Peladito, incluso a El Juli en Lima la última vez, cuando la plaza rechazó el becerro que salió por los chiqueros, y le salió entonces un sobrero de Colombia, un jabonero de casi 600 kilos que lo puso en aprietos, cosa que ha pasado desapercibida. Ellos notan pues que la supuesta maestría se ve incapacitada cuando sale un toro distinto, que nosotros reconocemos como más bravo que los demás, y que incluso uno tiene que entender que no es un Coimbra en Ceret, es un Victorino Martín engordado, lavado de cara, dulce y sin remate, ni bravura, y aún así la figura sale perdiendo.

Todas aquellas cosas como el medio pecho, el cite semidefrente, la cargazón o el planchado de la muleta, no son juegos de discurso de aquellos que no comulgamos con el toreo de las figuras: es algo inherente al espíritu de la lidia, y la única manera posible de lidiar y torear un toro de lidia.  Con este componente de verdad no pretendemos que todos los toreros sean cortados con el mismo molde, esto sería asegurar que una faena de Antoñete puede ser idéntica a una de El Viti, o una de Morante (de las que ocurren cada vez que hay cambio de gobierno en Cuba) es igual a una de César Rincón. Lo de Talavante, se suponía que iba a romper la barrera entre esa falsa dicotomía de torismo y torerismo, al igual que la corrida de Miuras en Sevilla, con el niño terrible de Velilla a bordo, y que se vio frustrada por una cornada. Se suponía que ver derrotada la encerrona, llenaría de argumentos a los toreristas, y no fue así. En ese sentido, esta encerrona es de agradecer: dejó las cosa en evidencia de una manera poderosa.

Su irrealidad es la irrealidad del toreo de las figuras.

Para finalizar, mucho se ha hablado de la faena al tercero. A mí me gustó, pese a la infantil lidia que se le dio a un toro de interés (pero no de puerta grande); me gustó pues,  porque es la máxima dimensión REAL que uno puede suponer de la tauromaquia de Talavante, y de muchas figuras. Uno recuerda la serie de naturales sin tocar al toro de Urdiales en Bilbao 2012, o de Robleño en Arles 2013, precisamente ante victorinos más encastados: tuvieron sitio, colocación, temple, y la maestría de llevar toreado un toro sin tocarlo, parados en un ladrillo, o sea asentados. En mis matemáticas amargadas, ese 1 vale más que el 1 de esta faena:


Alejandro Talavante con Matacanas de Victorino... por blogdetauromaquia

A Talavante hay que agradecerle el gesto que no concluyó; también, que haya hecho el spot: querrámos o no, nos pudo dar visibilidad social. Hay que aplaudir el hecho de marginarse de la línea Domecq con una apuesta ambiciosa: al fin y al cabo es lo que pedimos de las figuras. Hay que agradecer, de manera fundamental, que haya servido como una evidencia para lo que he dicho. Yo defiendo la encerrona, a Talavante, y espero que él no se quede con la espina, con su orgullo propio herido. Ya dio un paso, a diferencia del resto, y eso hay que estimarlo. Es como cuando un hijo aprende a caminar: se caerá muchas veces, pero en el fondo eso no es caerse.

jueves, 16 de mayo de 2013

Juan Pedro Domecq y las figuras: una sola vergüenza



El día de hoy hubo una gran exposición bovina en Las Ventas. A pedido expreso de José María Manzanares y de Morante de la Puebla, salieron al ruedo de la primera plaza del mundo 6 bovinos dispuestos así para la observancia del público. Herbívoros que pudieran clasificar para aquellas exposiciones donde se mide cuánta grasa puede tener una raza, o cuánto tiempo (entre menos sea, mejor) es el requerido para levantarlos. Desde luego que para eso del toreo, si se entiende la pasión y muerte de un toro en 3 tercios, definitivamente no hubo bovino apto.

6 animales miserablemente presentados por fuera de tipo, y con un juego peor. Ya nos tienen acostumbrados a las inyecciones de ácido hialurónico a los toros fungiendo como tercio de varas. ¿Tercio de varas? ¿Aquel salvaje aparte del ritual en donde al toro se le citaba varias veces para que acudiera a mostrar su bravura en el peto, mientras el torero montado le metía las cuerdas? Las corridas de toros van marchando cada vez más hacia las corridas incruentas, y hacia la vana sofisticación burguesa. Horror a la sangre y amor al arte.

Y como es amor al arte, y no al toreo, el toro es lo de menos. Los animales no son tenidos en cuenta, pese al esfuerzo del ganadero que quiere enviar un producto artista para la exposición bovina. Con todo, vimos toros escurridos de carnes, sin amplitud de caja, cornalones por las fundas, pero de cara que no dejaba mucha edad: que estos pobres ganaderos de los hierros del monoencaste la están pasando mal en el campo, dehesas devastadas por la pobreza y la ausencia de flujo de caja, que por ello mandan sus toros así de pobres:

La amplitud de la caja de este pobre de cabos finos, elegante y grácil como el toreo del matador que lo torea.
Jiménez Fortés está ahí por arrimarse, pero por torear definitivamente no: ya lo mostró en Bilbao, en su encerrona en Málaga, y hoy en Las Ventas: un torero con mucho arrojo y quietud, como el primer Castella, pero que carece de cualquier atisbo de profundidad. Grave error es ponerlo sin que él se lo gane aún.

Morante hizo el número de siempre: como es "torero de sentimiento", solo torea cuando siente, cuando lo visitan las musas (que después se riegan hacia los periodistas y comentaristas); da la terrible casualidad que al torero solo lo visitan las musas, precisamente cuando su toro es un perro noble de embestida recta y de presencia cuasi inofensiva (Criadero, Alboroto); en cuanto a Morante le sale un toro que proteste poco en su embestida, o plantee un laberinto que solo la lidia resuelve, se va por la espada y lo mata de cualquier manera. Como tiene toda una cohorte de aduladores y lambericas que le aplauden todo, llamada MORANTISMO, da igual si pega el petardo ("que hasta para eso tiene arte"), o si deja ir al toro en un total abuso de desperdicio con la vida bovina, el ritual de la corrida o la noción de decencia. Por ello, que supervise por la mañana el estado del ruedo , solo puede ser un hado irónico y abusivo del destino. En cuanto su segundo reveló algo de genio, se fue tras la espada y se ganó una bronca, ¿por qué? ¿no se supone que el barroquismo del ARTE también debería poderse con el toreo de piernas y el macheteo a pitón y costillar contrario? Morante, lejos de querer hermanarse con Frascuelo, Cagancho, Curro Puya, Curro Romero o Cúchares, solo nos demuestra que estamos en la época de las versiones reducidas.

Y como de pundonor torero y conmemorar el aniversario de la muerte de Joselito El Gallo se trataba, nada mejor que cerrar con el pegapasismo de Manzanares. Muchos están mirándose el ombligo pensando por qué semejante faena no caló en los tendidos: para empezar, sus toros no pasarían en una exposición bovina en la categoría a mejor novillo: gráciles, inofensivos de presencia, apenas tocados en la puya como si se tratara de sexo adolescente, o se perpetuara el sistema-tabú con la sangre que cree Pitt Rivers compone el universo simbólico de la corrida andaluza. Entonces tenemos un bichito con el que nadie debe asustarse y que solo puede torearse a media altura, pues si se le saca el muletazo debajo de la pala del pitón, el toro muere. ¿Y qué hizo el alicantino? Un desvergonzado performance de pegapasismo, o sea, pegar pases sin la mínima noción de ajustamiento, si a eso sumamos su tan puro concepto habitual (descargue de suerte, fuera de cacho, pico de muleta).


La distancia que impone el pico de la muleta, el fuera de cacho y el descargue de la suerte, hace que realmente este torero nunca se pase por la faja un toro. No se puede torear más desprendido, incluso de los conceptos (pues lidia un toro abstracto); mucha mano en la cadera, mucho empaque, qué desperdicio!, y sin embargo se le tiene como una figura del toreo. Bollaín decía que para saber si hay verdad en el toreo, y no pega pases, hay que mirar la situación de las zapatillas con respecto a las patas del toro. En el caso de Manzanares, el toreo no puede ser confundido con pegar trapazos estéticos, pero sin riesgo real, pues entre el toro y manzanares, cabe otro super modelo de pasarela:

El pico de la muleta es un recurso lícito cuando un toro se recuesta, precisamente porque al ser la parte más lejana de la muleta, sirve para alejar al toro del cuerpo. En esta secuencia del 2o muletazo de una serie, la distancia puesta en cuadrados demuestra que entre el toro y Manzanares cabe otro Manzanares, por lo que hay que imaginar dos Manzanares en el mundo de los toros, qué horror!

¿Y qué pasa el final? Otro petardo del monoencaste que es minimizado bajo todos los medios por los periodistas a sueldo, y por esa facción del público taurino que solo irá este año a esa corrida, y quizá a otra más con similar cartel, esperando que a Morante se le aparezca la tan codiciada musa, o que a Manzanares un toro le deje producir formas estéticas: para ello los maestros tienen derecho a pedir un toro a su modo, pues el buen trabajador nunca le echa la culpa a las herramientas.

La revolución del El Gallo y Belmonte hace un siglo consistió en adaptar un concepto del toreo a una clase de toro ya existente: en eso radica la grandeza de ambos, y se conoce en mor de ellos a tal época como la DORADA del toreo. Hoy es al revés: se intenta adaptar al toro a un concepto del toreo, precisamente el más estético, pero el más mentiroso. ¿Qué es lo contrario a época dorada? Desde luego que los toreros de hoy no sabrían responder, ni mucho menos el ganadero: hoy los 3 se fueron a casa con el sueldo cobrado, no se esforzaron para nada, y tienen más tardes en la feria, ¿quién pide más en la puta vida? Los 3 forman una sola vergüenza, pero a ellos no les importa en lo más mínimo, ahí están los ignorantes para aplaudirles y aceptarles esa desesperada búsqueda por el arte.

Foto del artículo de Antolín Castro
 se demuestra el ajustamiento y el grave riesgo que corre la artística vida de Manzanares; uno no puede tomarse estas ventajas como si se tratara de torear un Cuadri en celo de 9 años

miércoles, 15 de mayo de 2013

¿Por qué Perera no cortó las dos orejas?


Miguel Ángel Perera con Peladito de Alcurrucén... por blogdetauromaquia

Sí, ¿por qué no cortó las dos orejas? No estamos ante la negación del palco, sino efectivamente ante la negación del mismo Perera para romperse y hacer una faena de dos orejas a un toro que sale cada 5 años en Madrid. Desde luego todo estaba servido: un toro fácil, cómodo de presencia, que embiste sin que se le cite, que tiene series de hasta 6 muletazos por el derecho, series de transmisión, pues hay recorrido humillado, y un pitón izquierdo excelso por el que va mucho más largo si el torero lo torea. ¿Qué más necesita cualquier torero para que la puerta grande de Madrid se abra casi? Torear y matar bien: Perera se negó a ambas. ¿Qué más necesita Perera para cortar dos orejas? ¿Regalos? ¿Villamelones? Las opiniones son encontradas:

Click. El matrimonio que necesitamos: animal justo de presencia y torero figura. En Banderillas Negras manejan comentarios muy humillantes con toreros como Matías Tejela, pero la ecuanimidad no es tal cuando torea Perera. La rotundidad absoluta que sin embargo no tiene toreo al natural, o sea, no hay tal rotundidad. Se dijo que el torero no se vio desbordado por el burel, al parecer el pitón izquierdo que vieron fue otro.

Otra opinión:
En Salmonetes, contrariamente se cree que la faena fue un compendio de ventajas y falso toreo, o sea, pegapasismo.

¿Quién tiene la razón? El pererísmo institucional la tiene al aseverar que el toro era un animal justo de presencia, un Núñez bajo y ensilletado que recordó a los primeros de Rincón, y que tuvo un frío comienzo que sin embargo fue capaz de tirar al piso al torero con la primera embestida, logrando un conjunto deprimente. Como se ha dicho, el toro tenía una embestida ejemplar por ambos pitones, embestidas largas y humilladas, además de rítimicas, y particularmente no se recostaba por pitón alguno: el toro ideal. ¿Qué más necesita? Quizá templarlo, quizá ponerse mejor, quizá no pasarselo tan lejos, quizá no dar esa sensación de que es el bicho quien arranca solo sin que se le toque, quizá rematar el muletazo en la cadera contraria (solo dos muletazos así, uno por cada lado), quizá una serie más maciza de toreo al natural, quizá no matar trasero, quizá cargar la suerte, quizá no abandonar el ojedismo para entrar en una versión reducida de julismo, aquel toreo donde se confunde la ligazón con el poder. ¿Poder sin temple? Desde luego que no. El público reacciona a los muletazos ligados, aunque tal parece que no es un atributo del torero, sino del toro. El fracaso por el pitón izquierdo de hecho es toda una declaración sobre el poder real del torero y su faena, que naufraga por estar incompleta y mal matada. El siguiente es un fotograma del derechazo más jaleado por la plaza, muletazo del que sería conveniente un análisis personal: se sigue de dos naturales



Los dos primeros naturales, y el resto, salvo uno, en la misma tónica: mandar al toro para afuera, no atrás de la cadera. Al hacerlo, el toro entra en una zona donde no hay toreo (mando, temple, sitio, sometimiento, cargazón, etc.)
En efecto, la faena tuvo dentro de sus puntos a favor aquella ligazón que Madrid exige; en este natural, el cuarto de su primera serie en aquella mano, el torero intenta rematar el muletazo atrás, con lo que fue el natural más jaleado por la plaza. Con todo, no deja de disonar la distancia real que hay entre los pies del torero y las patas del toro, aunque no deje de ser el mejor muletazo de toda la faena:


¿Y el toro? Sigue teniendo ese "ir a más" que caracteriza a los toros de Núñez, por lo que tendremos que concluir que cualquier 'pero' sobre la faena no puede hacerse sobre las condiciones del toro, sino sobre las falencias del torero ante un excelente toro, uno de dos orejas. Insisto, ¿qué más quieren las figuras?

Se aduce también que el toro fue parado por el puntillero tras la estocada defectuosa que le propinó el torero, hecho que influyó en la negativa del presidente para conceder las dos orejas. Este comentario fue sobre todo extendido por los mexicanos que pululan en el chat de RTVToros. Se ignora muy gratuitamente que Madrid ha sacado toreros por la puerta grande, mediando pinchazos, descabellos, o estocadas efectivas que derivan sin embargo en un error del puntillero, que para al toro. Baste recordar la primera y la última puerta grande de Esplá en Madrid, que tuvieron estos fallos, pero que sin embargo contaban con el fervor de Madrid, al producir ese punto de locura general que genera el buen toreo en Las Ventas. Este punto de locura no estuvo presente en la faena de Perera, pese a que la plaza estaba llena y predispuesta. ¿Por qué?

Debemos concluir que antes que ser una faena para aplausos de focas y quemas de incienso por kilos, realmente estamos ante una faena en la que fue más lo que perdimos que lo visto, y esto no tiene sino un culpable: Perera, que toreó sin sometimiento, sitio, mando, sin cuajar al toro por la izquierda, y matando mal: dejó ir a un toro de triunfo. Por ello, esos epítetos que uno ve (¡torerazo!, ¡oreja de ley¡) no pueden responder sino a exageraciones de personas que no saben ver al toro, ni leer una corrida de toros más allá del trapo rojo. Del otro lado está el pererismo institucional, uno incapaz de decir que el torero estuvo falto de recursos y de rotundidad pese a tener todos los signos a su favor. Con un toro de condición menor de la misma ganadería, José Tomás en el año 97 desbordó la plaza: a eso nos referimos con una puerta grande en Las Ventas, que siempre tiene alguna relación con el toreo bueno y el de verdad. Entonces las faenas se leían en arreglo a las condiciones del toro.

Hoy confundimos el mando o el poder con la ligazón,y premiamos a Perera con una oreja por haber dejado ir al toro. Quizá esto dé cuenta de qué es lo máximo que puede lograr una figura del toreo en Madrid: una orejita, como El Juli.

ADENDA

La opinión de una hermosa dama 

La opinión de un aficionado

martes, 14 de mayo de 2013

¿Cómo se va a cruzar uno para el segundo muletazo si quiere ligar? O Manuel Caballero y la estupidez de la crítica taurina

Durante la transmisión del Plus de la corrida de Escolar, el comentarista Manuel Caballero adelantó una teoría por lo menos preocupante: el toro pierde las manos al salir de la pica pues, atención, es como cuando uno empuja una pared, la inercia de empujar la pared hace que uno se caiga:

   
Alberto Aguilar con Limonero de José Escolar en... por blogdetauromaquia

Este servidor entonces se puso a la tarea de comprobar semejantes teorías, disponiendo para su experimento 3 paredes distintas: una de ladrillo, una de madera, y El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince. Usando por lo menos 3 tipos de inercia al empujar con todas mis fuerzas, incluso en 4 patas y con la cabeza como el toro, simulando además que metía riñones, luego me repuse y saliendo de las paredes no pasó absolutamente nada: la inercia no me arrojó por el piso. Con mucho pesar debí concluir que en Canal Plus, Manuel Caballero nos miente además subestimando nuestra inteligencia. O realmente y quizá, es un estúpido que empuja paredes y tras ello se cae, lo que haría también algo impúdico que Canal Plus lo tenga contratado. En realidad es un torero que solo dice falsedades con su tono manchego, y hoy analizaremos 2 suyas: que el toro se cae al salir del caballo por la inercia, que el toro Bustillo II no era bravo.

"EL TORO SE CAE PORQUE ES COMO CUANDO UNO EMPUJA UNA PARED...."

Ya planteada, esta soberana mentira solo tiende a legitimar los malos picadores, pues si el toro se cae o pierde las manos tras el puyazo, obviamente no es por la inercia de quien empuja una pared. Como explica la nueva entrada de Torear o la de El Toro de Cenicientos, las puyas caídas, traseras y en la paletilla, producen todas una afectación de "cojera y/o claudicación", debido a la afectación de nervios motores, músculos y tendones que regulan la movilidad del toro. Por eso uno ve que con independencia de la fuerza o la debilidad del toro, si se le pica mal éste pierde las manos al salir del caballo. Aquí no entra cualquier teoría estúpida sobre la inercia de empujar paredes, y mentir sobre el particular solo tiende a mantener el estado general de ignorancia en la afición que, entre otras cosas, permite que existan figuras y ganapanes triunfalistas como Caballero.

"EL TORO NO ES BRAVO, TIENE EMBESTIDAS DE BRAVUCÓN Y MANSO"

Rafaelillo con Bustillo II de José Escolar en... por blogdetauromaquia

Manuel Caballero, además de incursionar profesionalmente en el empujado de paredes, tal y como sus nobles antepasados en nuestra América cuando hicieron derribar a los indígenas sus propias Zipas con la fuerza de sus cuerpos (desconocemos si cayeron o no los indígenas), también incursiona en el psicoanálisis de toros. Cuando Bustillo II se negaba a insistir tras la muleta, Caballero no dudo en aseverar que el toro " no es bravo", "la primera serie fue de bravucón, pero cuando se sintió ganado por abajo, se paró". Reproduzco una aproximación a su comentario real porque no me interesa ponerlo con sus errores gramaticales. ¿Cómo demonios sabe Caballero que la reacción del toro se debe a una realidad psicológica como "sentirse ganado por abajo"?  ¿Puede un toro embestir "por genio", cuando tener genio explícitamente es tener aquella mala bravura que hace al toro no embestir derecho sino protestando, e incluso no ir?

El toro fue bravo y sin fondo: aunque salía suelto, sus peleas en el caballo fueron francas. Si uno recuerda a Aviador de Cuadri, quien se llevó todos los honores como el más bravo de aquel San Isidro, debe reconocer que hoy los toros en su mayoría salen sueltos de la pica, en parte porque el matador ya no es quien los saca del caballo, dejando esta función sobre el subalterno que le echa al toro la tela, lo que este aprovecha como excusa para salir corriendo, al no sujetarle nadie a la tela para hacerle el quite. Bien, el toro tuvo 3 entradas al caballo, peleando, y en banderillas logró interés. Ya en la muleta de Rafaelillo, respondió muy bien a la primera serie, entre otras cosas porque se le dio distancia. Rafaelillo entonces se dedicó a ahogar al toro acortando la distancia y saliendo de la suerte, tapándole con el pico el pitón contrario al toro, con lo que a este no le quedaba nada para embestir, pues eso precisamente es estar ahogado: ciego por la tela.

El obtuso comentario de Caballero no es cierto por varias cosas: el toro sí es bravo, el toro va cuando se le da distancia, porque es bravo, los bravucones con genio no embisten series de 5 muletazos por abajo, los toros con genio tienen descompuesta la embestida, este toro no, y porque Caballero solo lo dice por llevarle la contraria a la plaza. Sobre todo por esto último, es que se forma un enorme sentido de la paradoja cuando Caballero decreta la invalidez del toro para el toreo, y Rafaelillo entonces se cruza por la izquierda y le pega una serie al toro (16:00) en la que va más de 4 veces por abajo, a lo que Molés incluso dice "el toro tiene nobleza"; ¿nobleza y genio al mismo tiempo?, ¿nobleza y bravuconería al mismo tiempo? No lo creo. El toro es bravo, pero carece de fondo o de finales, que es algo bien distinto a decir que el toro se siente "ganado por abajo". Es un matiz importante, en él nos jugamos que Caballero posa de entendido, malinforma a la gente, les enseña cosas que no existe, y todo por llevarle la contra a la plaza, y más en específico, al 7, que odia con todas las fuerzas de su corazón, ese que empuja paredes.

Sobre estos particulares, hay uno realmente inquietante: Caballero supone que cuando el 7 pita, es porque quiere que se ligue estando absolutamente cruzado a pitón contrario (cosa imposible), con lo que a su habilidad para empujar paredes y hacer psicoanálisis en tiempo real al toro de abajo, habría que sumarle la capacidad para interpretar pitidos o frecuencias altas de resoplidos de aficionados hartos. No, en realidad el 7 no pita porque quiera que todos los muletazos sean cruzados y ligados, ya que no son estúpidos y han visto más tauromaquia que usted y yo juntos. Lo que el 7 quiere es lo que el aficionado: que el torero pegue el primer muletazo cruzado para que el toro quede adentro para el segundo, y así no quedarse excesivamente fuera de cacho en toda la serie, pues como ya explicamos aquí, del primer muletazo depende dónde será el segundo, y en ello va un poco la colocación. El 7 pita cuando el torero se alivia y está fuera de cacho en exceso, como en la foto que veremos a continuación, que corresponde a una serie asquerosamente ventajista de Curro Díaz, de la que Caballero dijo "Es que no miran lo bonito Manolo", y sí, uno no puede verlo en cosas como estas, ni en las paredes empujadas, ni en los toros de Freud:

Vía Salmonetes ya no nos quedan. 




lunes, 13 de mayo de 2013

Todos contra el 7

El 7 no pitó estas verónicas doblándose con el toro del maestro Robleño. Inexplicablemente los profesionales de la amargura no reventaron estos lances de recibo, pese a asegurarse que los terroristas del 7 en realidad son antitaurinos.


Ayer hubo una interesante corrida en Madrid con los toros de José Escolar. Aguilar hizo una faena meritoria pero no de temblor, ni mortal, ni bajo la intensidad de Madrid, por lo que no se le concedió oreja alguna, y tras la negación del palco, no hubo bronca. Sin embargo, al resto del planeta taurino le ha parecido que al torero se le debió dar el apéndice del toro, como si este le hiciera más gracia a la gracia que no hizo Aguilar. Es curioso, pero una verdadera injusticia en el ruedo hubiera derivado en bronca al presidente que no quiso conceder la oreja. Nunca existió.

La gran impertinencia del mundillo taurino es suponer que saben más que en Madrid en lo que respecta a las orejas que niega o concede Las Ventas. Por lo general, quien asegura algo así no conoce la intensidad ni las reglas de Madrid, y entonces cuentan la faena de Aguilar con unas arandelas tan espumosas que leyendo, uno siente la impresión que a ese pobre hombre no le robaron una oreja, sino las dos y el rabo y la pensión.

Por ello, algunos incluso imaginan que algunos aficionados del 7 por haber pitado 4 veces en la faena (que las conté), lograron influir en más de 21.000 personas con tales silbidos, y estas pobres personas por ello ni pidieron la oreja, ni abroncaron al presidente (este también atemorizado por los 4 pitidos) que no la concedió. Hay que ser un poco iracundo a veces, sobre todo para la presión arterial, pero suponer que 4 pitos determinan el sentir de una plaza, y dirige la acción de la misma, es subestimar gravemente a la primera afición del mundo.

Antes de avanzar en considerar al 7, es necesario aclarar por qué la faena de Aguilar no era de oreja: soy seguidor de su tauromaquia, incluso he subido videos suyos a youtube, incluido uno donde corta 3 orejas a toros de Escolar en Dax, y que recuerdo tanto porque el día anterior al Juli la plaza casi lo acaba a pitos, lo que produjo su ridícula polémica con Viard. Los medios mojaron toda su pólvora atacando a Viard y llorando por El Juli, en parte para minimizar esa importante faena a escolares; entonces yo decidí salvarla para la posteridad, editando el video de Feria TV y subiéndolo a Youtube. No tengo entonces inquina alguna con Aguilar, todo lo contrario, lo sigo con fe.

Cuando digo que la faena de Aguilar no era de oreja, es porque no lo es y no me mueve el ánimo de reventar gratuitamente: no hubo solidez en toda la faena, en parte porque el toro no lo permitía, y nunca hay que olvidar que cuando un torero pasea en la vuelta al ruedo la oreja de un toro, esto también es un homenaje a la calidad del animal. Siendo que el toro salía con la cara alta, Aguilar lo mandaba para afuera, reduciendo a la mitad la ligazón. La gente nunca entró en una faena de pases inconexos, que nunca fueron sacados debajo de la pala del pitón, algunos de ellos medios pases al presentar la muleta retrasada, y sin someter al toro. Sin ligazón buena, sometimiento, terrenos adecuados, y sin que el toro ponga de su parte, solo habría que sumarle la espada, que cayó atravesada. Hay cosas innegables en la faena, algún natural, un pase de pecho, la disposición...pero por desgracia esto no calentó al público.

Pero por algún extraño motivo, esto solo puede ser culpa del 7 y de los 4 pitos que sonaron: la espada defectuosa: el siete. Los muletazos montados en la pala del pitón: el siete. Aquél regusto feo de citar con el pico y alejar al toro, cosa torpe en un toro que necesita meterse precisamente para adentro: el siete.  La nulidad en el capote: el siete. La falta de mando y sometimiento evidenciados en gran cantidad de los muletazos: el siete. La embestida del toro que no decía nada: el siete.

Entonces todas aquellas voces que no quieren la chirriante voz del “algo va mal”, se levantan y llenan de anatemas al pobre tendido 7, explotando una ira acumulada de aquellas tardes en las que sus amadas figuritas son pitadas por contravenir toda noción de decencia taurina. Declaran que la ruina de la fiesta viene de estos anti taurinos camuflados, profesionales de la amargura que no saben que uno a toros va a “divertirse”, y a pesar de asegurar soberana estupidez, siguen creyéndose mejor que el 7, pues siempre va a ser mejor quien se alegre que quien se amargue, y siempre va a ser peor cortar la alegría que cortar la amargura, operaciones para las que es necesario que alguien chifle.

Entonces, dejamos de considerar algunas cosas: el 7 es un tendido popular de sol al que asisten personas entendidas en el arte taurino, entendidas por cuanto son capaces de oler la trampa y llevan décadas en esto. Frente al demoníaco aparato de los medios taurinos, la mafia de las figuritas, el monoencaste, la ruina ganadera, el retroactivo modelo económico donde ni llenando una plaza uno deja de perder 100.00 euros por las malditas figuras; frente a la pérdida de valores en una generación taurina torpe que cree que el toreo es admirar a un metrosexual cobarde que se toma fotos en camisa mientras se ducha hablando por celular pero se niega a malgastar su cochino tiempo entrenando para poderle a un Victorino engordado, y mientras incluso hay getas ignorantes que creen que El Juli es la cabeza más prodigiosa de la historia, pese a solo tener una puerta grande en su plaza, pese a todo esto, digo, unos viejos amargados solo tienen como medio de protesta PITAR cuando la resistencia se rompe, pitar al torero excesivamente fuera de pitón, al picador que pica trasero en una criminal vendeta desde un caballo, pitar las inútiles banderillas corriendo a pitón pasado, pitar el criminal julipie, pitar el descargue de la suerte, pitar, pitar, pitar. A algunas personas, que semejan caballos con anteojeras, les parece más insufrible que un anciano pite un pase mal hecho que, por ejemplo, los honorarios de las figuras sean tan nocivos que ni llenando la plaza alcance para pagarles. A algunas personas les parece definitivamente más nocivo para el toreo que algunas personas piten que, por ejemplo, se extingan algunos hierros que unos cobardes no quieren torear, por incapacidad o por miedo.

Silbar es un acto inofensivo que no le rompe las orejas a nadie que quiera orejas regaladas para todos hasta hacer esto una cosa artificial y prefabricada. Pitar es un acto inofensivo que sin embargo es acusado con todos los dedos apuntando; acto inofensivo pues, al que incluso se le confiere el extraño poder de determinar qué piensan decenas de miles de personas que saben de tauromaquia, o arruinar la perfección de una faena.

Cuando los poderosos empezaron a tapar al maestro Robleño tras sus éxitos del 2003, tal injusticia no fue tan molesta como un anciano que se saca las pipas para pitar a Manzanares descargando y pegando trapazos a 4 metros del toro. No.

Pero cuando en la Plaza México los borrachos ignorantes que llenan sus tendidos solo dos veces al año empiezan a pitar sus vulgares tonadas para adular a una figurita de cartón haciendo el repertorio de pega pases más insufrible del mundo, ni los medios, ni los aficionados, ni los toreros, sienten la molestia auditiva que sí sienten con el 7: solo miran tal manifestación como una adorable característica local, un curioso producto social, “exótico” y al que hay que extender la sonrisa relativista del etnólogo, o sea, tragárselo sin decir nada , y luego, aplaudirlo.

En prácticamente todas las plazas del mundo se pita al picador por picar o por sujetar a los toros (la mayoría mansos) tapándoles la salida para poderle meter las cuerdas. ¿Dónde están las voces que satanizan al tendido 7 aquí, berreando porque se respete a los picadores que también se juegan la vida?

Con el tendido 7 pasa lo mismo que con los 1.000 aficionados de verdad en Zaragoza: puede temblar, llover, caer la ira divina del cielo (en forma de pitos), puede golpear la crisis como una rémora, pero así sea en la novillada de cartel más discreto, el único tendido de Las Ventas que tiene afluencia es el 7. Siempre están allí. Si uno recuerda grandes faenas en Las Ventas, como la despedida de Esplá con Beato, no recuerda un solo pito: entonces entiende uno que incluso el 7 estaba de acuerdo con la faena, y que esto demuestra que no son profesionales de la amargura a los que no les gusta nada.  Les gusta lo que a Madrid: el toreo.

Para finalizar, recuerdo dos faenas en las que pitaron a mi compatriota César Rincón en Madrid. En su ya casi desconocida puerta grande del 95, con un toro de los hermanos Astolfi llamado Emplazado: el inicio de la faena de Rincón fue discreto, solo aprovechando la inercia hacia afuera, sin sometimiento, sin cargar, sin cruzarse, sin todas aquellas reglas que hacen de Madrid una catedral y no un museo morisco apto para turistas morbosos. Le llovieron pitos ante una serie descafeinada, se le gritó desde el 7 que retrocediera pasos y se cruzara, y eso hizo cada vez que el toro se paraba; logro ligar varias series, cerrar al toro con unos señoriales ayudados, y matar recibiendo a un toro que acababa de torear. Cayeron las dos orejas. La segunda es su archiconocida pero inmortal faena a Bastonito, aquel gran manso encastado de Baltasar Ibán que murió con honor en el 94: Rincón sostuvo una pelea en el tercio con el toro, ahogando su embestida mientras le sonaban los pitos. Hasta que el toro no le pegó un susto, no le dio distancia, y cuando se la dio, los pitos cambiaron por los únicos olés de una plaza que tenía otros 9 tendidos sin entender el peligro del toro. Hasta que Bastonito no revolcó como una masa miserable a Rincón por los suelos, el resto de plaza no vio lo que el 7 ya había visto.

Resulta curioso pensar con Paco Mora que SON ANTITAURINOS ENEMIGOS DE LA FIESTA, precisamente aquellas personas que van fielmente a la plaza, así no toree “Manzanares el hombre” como solo unos, y que precisamente esos ANTITAURINOS ENEMIGOS DE LA FIESTA sean quienes más saben de toreo en el mundo, velando entonces por no dejar entrar definitivamente la mediocridad a uno de los pocos bastiones que nos quedan. Esto es tauromaquia, si quieren el confort de la perfecta indestructibilidad del torero, es mejor que vayan a rejones.


 
Luis Francisco Esplá con Beato de Victoriano... por blogdetauromaquia

NOTA DEL VIDEO: Varias imágenes muestran al Tendido 7 de pie ovacionando la faena y al toro, incluso la previsualización de este video muestra a El Rosco con lágrimas en sus ojos. Al parecer todos esos demoníacos e incultos y amargados antitaurinos que pueblan el Tendido 7, tienen algo de sentimientos. Sugiero que además de no volver dejar entrar a estas personas, se les ponga una canilla:  prometiéndoseles que en la plaza de Talavera Manzanares cargará la suerte a un Miura, con lo que irán seguramente a ver tal prodigio, llegados ya a la plaza se clausuren sus puertas y lleguen los helicópteros del FBI a encarcelar a quienes algunos llaman TERRORISTAS. Entonces habrá paz en los tendidos, y El Juli podrá romper su mediocre récord de una sola puerta grande en 15 años de hacer lo que se le venga en gana, llegando a la increíble cifra de dos puertas grandes en Madrid, con lo que se retirará a criar toros. 

viernes, 10 de mayo de 2013

Sobre las dos primeras de San Isidro: restarle a un cero otro cero


Toros mansos, toros que corren a la querencia para ser picados por el varilarguero que guarda la puerta, toros lidiados entre el 9 y el 10, toros que son lidiados en el tercio para irlos cerrando hacia las tablas y luego volverlos a abrir para matarlos, toros muertos en la suerte contraria por ser mansos, toros muertos en la suerte natural porque tienen un poco más de motor, toros que no son sujetos el tercer burladero mientras salen los picadores, toros que son recortados por el matador a cuerpo limpio cuando un subalterno pone banderillas al no estar el bregador cerca, ausencia de director de lidia siendo una responsabilidad que recae en el más antiguo de la terna; inicios de faenas con doblones a toros débiles, pico de muleta a toros que no se recuestan, terrenos para adentro a toros que tienen motor pero también querencia, ausencia de capacidad para recortar el terreno de un toro a fin de dejarlo puesto en jurisdicción del picador de manera correcta, ausencia de tercio de quites...

Desde luego que en las dos primeras de San Isidro los toros han sido una descarada declaración en contra del toro bravo, y lo innegable de este hecho sin embargo, no implica obviar la culpabilidad de los toreros en algo que se supone sirve para resolverle dificultades a un manso o un bravo: LA LIDIA.

Una corrida de toros puede leerse de dos maneras: a lo posmoderno, o sea, basando toda la atención en el tercio de muleta, con lo que aquello ocurrido antes del trasteo no tiene relevancia alguna, al solo contar que llegue el toro con banderillas para ser paseado por la tela roja. La segunda manera en cambio, es la clásica, y es una lectura general de la lidia, que comprende todos los aspectos del comportamiento del toro, incluso hacia dónde mira cuando se detiene, cuántos pasos da al embestir, o cómo se encela en el caballo en su segunda entrada, o embiste por un pitón al ponérsele banderillas por ese lado. Esa lectura formula directamente una estimación ideal de la manera en que la lidia debe ser planteada de manera inteligente: si un toro es un manso declarado, dejarlo ponerse entre el tendido 9 y el 10 no redunda en torear a favor del toro, sino en dejarlo hacerse fuerte en su querencia, donde terminará defendiéndose. Esto habla de poca inteligencia para la lidia. También habla de ello el hecho de que hasta el momento, ninguno de los 6 toreros que han comparecido en la feria, tenga la capacidad de cortar el terreno al toro para dejarlo puesto en el caballo, estimando que sea de largo, con lo que uno ve un espectáculo en el que el toro es aterrizado a punta de mantazos casi en la barriga del caballo. Supera en lo risible a esto, el hecho de ver al toro atravesando la plaza para ir contra el picador que guarda la puerta sin que nadie se lo impida: desde luego al torito no le parece que aquel picador sea un enemigo más digno, simplemente va hacia su querencia, ya que allí en el ruedo no le han planteado una guerra, sino una broma.

Entre uno de estos y miles errorsillos más, tenemos un inicio de feria sosa: los toros son débiles y mansos, y los toreros parece que solo estiman oportuno fijar su atención en las migajas del tercio de muleta, y en esa indolencia que supone recordar que a César Jiménez no le sirvió de nada abrir la puerta grande de Las Ventas hace dos años, y que ante todo, no importa lo que hagan, el tendido 7 los va a reventar; de hecho hoy fue así, la primera serie de Tejela al toro que abría plaza, pese al molinete fallido, fue aseada y ligada, bajando la mano y con temple del real,  y sin embargo la afición de Madrid no se conmovió ni para toser, la recibió como si fuera una serie de mantazos, y de hecho puede que lo sea, teniendo en cuenta el terreno donde se puso a torear a un toro con posibilidades, y el ahogamiento que le impuso al importunarlo con la distancia equivocada; resulta así que una serie que en cualquier plaza americana hubiera provocado un delirio, en Madrid no levante ni el polvo, debido a que la lectura de la corrida es mucho más rica y amplia en la afición de las Ventas, en especial desde el satánico tendido 7.

El demoníaco y antimonencaste tendido 7 aplaudiendo en pie a Beato, toro de Victoriano del Río

Entonces, cuando uno plantea que una faena no tuvo sitio, debe aceptar que no se debe entender que el torero se puso mal con la muleta, pues debe entenderse como algo más general, esto es, como ausencia de sitio  producto del desconocimiento de los terrenos en todos los 3 tercios, por lo que estar mal colocado no solo significa estar fuera de cacho, sino también no estar ahí para evitar que el toro manso salga corriendo hacia la querencia o puerta de chiqueros, como ha ocurrido con 4 toros en estos dos días, o bien,  plantear la faena en un terreno absolutamente equivocado.

Lo mismo pasa cuando se piensa que el toreo se reduce entonces a formulaciones generales (el manso a tablas y el bravo a los medios), pues esto desconoce las particularidades de cada animal: todo toro es un laberinto, y como tal, es irrepetible, y con él su lidia. Si la suerte contraria es la preceptiva para matar un manso, al ser fácil para este toro ir hacia las tablas, tal principio niega que el toro puede variar si la lidia fue mala: dejar que un manso se empodere con los viajes hacia adentro, hace que se termine haciendo fuerte hacia las tablas, pero también ahogarlo con distancias cortas, hace que termine protestando cuando vaya a tablas...la pregunta entonces no es ¿suerte contraria por ser manso? sino ¿protestará o barrenará al ir hacia tablas por la lidia que le he dado? Sin embargo, los toreros obvian esta clase de consideraciones, y el aficionado de igual manera. David Mora intentó matar 4 veces en suerte contraria al manso sobrero que le tocó en suerte como segundo bis el día de hoy, y solo pudo matarlo en suerte natural, debido a que el toro en suerte contraria le tapaba la salida al torero, producto de la mala lidia, que a su vez es producto de no leer al toro. En este caso, lo de Mora es excusable al tener una voltereta, pero en las otras 11 faenas, tales errores se repiten.

A lo que es necesario llegar es esto: las faenas a toros que no son carretones necesitan de una lectura del toro en general, pues solo leyendo a los toros se entiende la lidia correcta y de allí el toreo correcto. Una buena faena es producto de una buena lidia, lo que demuestran cuadrillas como las de El Cid o Javier Castaño, incluso la de Manzanares el hombre, cuadrillas capaces de transformar a un toro disperso en un animal fijo en los engaños, producto de ubicarlo en los terrenos correctos, darle los capotazos justos y exactos, o corregir el recostamiento en un pitón con las banderillas; entonces a su matador la lidia le queda clara, y con ella, la manera de torear. Un claro ejemplo de ello es El Juli, con quien uno puede no estar de acuerdo, pero al quien por lo menos se le debe reconocer, por ejemplo,  el saber para qué hay que caminarle hacia el centro a un toro que sale muy suelto en la capa; entonces uno ve que en la muleta tal problema está absolutamente resuelto en la embestida: ya no saldrá suelta sino que se volverá repetidora, siendo este uno de los secretos sobre su supuesto poder en la muleta.

Pero lo increíblemente perturbador de todo esto es que el día domingo volveremos con fe sobre la feria de San Isidro. Borges dijo en su único cuento romántico que ser colombiano es "un acto de fe", en lo que estoy de acuerdo, aunque sería más exacto darle esa definición al taurino: solo por un desmedido acto de fe, se puede explicar que más de 15.000 personas hayan renovado su abono en Madrid, pese a las 4 últimas ferias de San Isidro que llevamos. O peor, que uno, al otro lado del mundo, parta su día en dos por estas corridas que no dicen nada, pero enseñan más que muchas faenas de jalapelos y acabóses. ¿Hasta cuándo? No se sabe, la afición sigue firme pese a estas toreadas, pese a estas faenas a mansos débiles planteadas sin lidia, lo que es igual a restarle un cero al cero.

Banderillas al sesgo de Navazo, entendiendo la particularidad del toro y la lidia necesaria.


lunes, 6 de mayo de 2013

Algunas incorrecciones en la interpretación del toreo en América




"Torero valiente y toro bravo"- Lagartijo, Siglo XIX.

No se puede evitar decir algo sobre las incorrecciones a la hora de torear luego de ver cómo la prensa, desde luego prepagada,  ha vendido la feria de San Marcos en Aguascalientes como una feria atravesada por grandes faenas, incluso de rabo, que siempre se ven eclipsadas por pinchazos, con lo que el marcador ha bajado tanto como la presentación de un toro lidiado por figuras.

Desde luego que aceptamos el pontificado oficial, según el cual TODO lo que se hace con un toro tiene mérito, valor, y es difícil, y ha de ser respetado. El anterior pontificado al parecer obvia la trampa, pero aceptemos que un ventajista tramposo incluso puede sufrir cornadas, cosa para lo que El Glison está dispuesto a dar testimonio, tras sus incursiones de torear en calzoncillos alguna que otra vaca en una playa mexicana, otro punto de inflexión de la cultura taurina, como la creación de las castas fundacionales, o la serie de naturales de Chicuelo en Madrid durante aquel  1927, cuando realmente nació el toreo en redondo y quieto.

Aceptando pues que todo tendría una presumible verdad, el problema radica en que los públicos ignorantes y festivos, rugen con una fuerza desesperada ante algunas trampas que contravienen el buen torear, esto es, reemplazan el buen torear por el vulgar torear, de ahí que un pase cambiado por la espalda haga rugir con un olé histérico a una plaza, más que una serie de naturales bien hechos, cuando perfectamente debería ser al contrario: el toreo puro, el más difícil, el de la verdad, ser el que haga temblar, el que produzca la aparición del temblor sagrado que produce el toreo eterno, no el vulgar.
Como es tema harto molesto, vamos a machetearlo y decir cosas sobre 3 incorrecciones.

INCORRECCIONES A LA HORA DE TOREAR

En un descomunal derroche de valor; el toro, como alguien ya dijera, era tan manso que ante este irrespeto de los terrenos, siendo el irrespetuoso un torero, supongamos, El Juli, el toro hizo por él pero era tan malo que le pegó un hocicazo: ni siquiera sabía para qué eran los pocos pitones que tenía.

EL ARRIMÓN: consiste en la noble tarea de arrimarse al toro lo más posible, hasta provocar la inverosímil situación consistente en que las puntas de los cuernos rocen los muslos del torero tras lo cual el valiente torero dará el muletazo. Estas aproximaciones, casi metafísicas, para la mayoría del público de América, en especial el mexicano, pasan como el auténtico torear; no es por otra cosa que, por ejemplo, incluso en la mismísma Nuevo Progreso de Guadalajara, durante la corrida en la que el maestro César Rincón se despedía de los ruedos de México, alguien le gritara desde el tendido ARRÍMATE CABRÓN, cuando el maestro le daba distancia al toro y lo dejaba venir de lejos. Si esto pasó en Guadalajara, en el resto de plazas la situación deriva hacia la vergüenza. El toro que le tocó en suerte a Rincón, llamado “7 puertas” (homenaje a sus siete puertas grandes en Las Ventas de Madrid, aunque al parecer todos, salvo el ganadero de ese toro mexicano, solo conocemos 6 puertas grandes -4 en el 91, 1 en el 95, 1 en el 2005-), tenía condición de bravo y por ello había que darle distancia, dejarlo venir de lejos, y pegar el muletazo en sus 3 tiempos: citar, embarcar y rematar. Precisamente esto es la antítesis del arrimón, donde los 3 tiempos del muletazo se reducen a uno solo. El muletazo del arrimón no tiene cite, ya que no tiene distancia entre el torero y el toro, por lo que pierde la mitad de su valor. En cualquier caso, lo molesto del arrimón es que se vende como oro puro, cuando en realidad es agua sucia, expliquemos: se cree que el torero capaz de arrimarse “como perro enfermo” al toro, hace un alarde de valor inimaginable; en honor a la verdad hay que decir precisamente la verdad, y la verdad es que el toro tiene una visión horizontal, no periférica ni vertical, por lo que el torero al arrimarse, y taparse con la muleta, es prácticamente invisible para el toro. Durante el arrimón, el toro ve un gran campo de tela clara, pero nunca al torero. Lo contrario a esto es el muletazo del toreo puro, donde se cita al toro de lejos, pues lo difícil es dejarse ver por el toro y aguantar firme su arremetida de bravo, con lo que para evitar ser arroyado hace falta TOREAR.

 El principio de la distancia en el cite, tan preconizado por el maestro Navalón, es totalmente negado cuando el toro tiene la cara tapada y su recorrido es poco. Desde luego que el recurso del arrimón no solamente es despreciable por cuanto mentiroso con respecto a la verdadera valentía, hay que recordar que arrimarse es válido si se hace a la usanza de José Tomás o Diego Urdiales (absolutamente cruzado a pitón contrario), o como el maestro Dámaso González (encunado en la mitad exacta de los dos pitones, y con toro-toro) ya que el toro sí ve al torero en esos casos. Resulta entonces que lo despreciable del arrimón es que sea precisamente un recurso que deviene de la poca casta del toro lidiado, o sea, supone una indignidad cuando la negación de la bravura y la negación del buen torear, tienen que ser reemplazadas por este toreo vulgar, fuera de cacho, a toro ciego y con la mentira del falso valor.

Sin embargo, es necesario reconocer que el sitio donde más se valora positivamente el arrimón es en México, hecho auto evidente. Cuando el fenicio Heriberto Murrieta dijo en un alarde –ese sí- de valentía que el problema general de la cabaña brava mexicana es “la falta de fuerza en todos los toros”, tiene toda su boca llena de verdad como nunca la ha tenido, salvo que no hay que generalizar, pues en realidad no es toda la cabaña brava, sino solo los hierros lidiados en las plazas mexicanas, que están allí por un circuito mafioso de exigencia de figuras y compadrazgo de los empresarios. Resulta que además de poca fuerza, el toro mexicano de las plazas es feo y manso, y en algún momento deja de embestir, se para sin fuerzas y la única lidia posible es el arrimón. Antes que ser vendido lo anterior como el gran toreo, debería ser signo de vergüenza para el ganadero, el empresario, y el torero que lo exigió. Por desgracia, ante arrimones vulgares y mentirosos en su falsa valentía, tenemos un público que ruge de manera desesperada cuando el arrimón ocurre, creyendo que hay valor y toreo en esto. Por ello, tenemos titulares tan lamentables como “Cumbre de El Payo en Aguascalientes, arrimón de miedo”.
                                                                             ***


No es toreado con profundidad el toro durante este cambiado por la espalda. Semeja a un pase para cuadrar en tentadero.

CAMBIADOS POR LA ESPALDA: este pase consiste en la noble acción de pegarle el muletazo al toro dándole salida por la espalda del torero, por lo que los pitones no pasarán rozando los muslos sino las mismísmas posaderas del valiente torero. Desde que Castella lo hiciera famoso en su faena del 2008 en Madrid, la mayoría de toreros en cuanto ven que el toro embiste rectamente, deciden iniciar así su faena; en América, y en especial en México, se ve una variante, consistente en el cambiado por la espalda durante una serie de “arrimón”; debido a que el toreo del arrimón es tan pésimo, en ocasiones el toro queda descolado y el torero también hasta el punto en que el toro no queda frente al torero sino fuera de órbita, atrás del torero; es entonces cuando el torero solo tiene que sacar la muleta por la espalda y el toro va, produciendo un olé desgarrador y desesperado, con puñetazo en la barrera incluido, pues si a la supuesta valentía del arrimón se le suma la supuesta valentía de pasarse el toro por la espalda, tenemos a un torero valentísimo, capaz de enfrentar talibanes armado con una cuchara de Bon Yurt.

Desde luego que es un alarde de valor falso por varias razones, entre ellas que para hacerse el torero debe estar puesto absolutamente de perfil, y el toreo perfilero siempre será más fácil que el semidefrente, donde para el toro hay más torero que ver. Entre otras cosas, este pase semeja al del Celeste Imperio, o ayudados por altos: así se denominó esta clase de pases al recordar en su mentira a las baratijas que venden los chinos en todo el mundo. Esta clase de pases lineales, sea de frente o por detrás, no obligan al toro y no constituyen un riesgo mayor para el torero que confía en que el toro embiste rectamente. Como se está fuera de cacho y se alargan los brazos hacia afuera, ni de chiste el toro pasa realmente cerca del torero. Si a eso se le suma la introducción mexicana, de intercalar el cambiado por la espalda en una serie de arrimón, tenemos un producto al que no se le pueden sumar más mentiras: fuera de pitón, con el toro yendo rectamente, con el muletazo alejando al toro del cuerpo, y despreciable en su falsa valentía.

Si el cambiado por la espalda no fuera sacando la muleta por la espalda, sino pegando el pase corrientemente de frente, sería idéntico a pegar un mantazo de tentadero, donde el toro embiste rectamente y la acción no se limita a citar, embarcar, rematar ni hacerlo templado, sino simplemente hacer que el toro no toque la muleta alzándola,  y hacer así que el toro salga despedido sin haber sido toreado, que es lo difícil. De hecho eso hasta lo hizo Andrés Calamaro en aquel famoso tentadero con las figuras. Desde luego que esto no es toreo, y encarna una falsa valentía. Sin embargo, hay cambiados por la espalda honestos, tanto como estatuarios de frente: hay honestidad cuando se torea dejándose ver del toro cuando este arranca de lejos; hay honestidad cuando, por ejemplo, lo hace Castella bien, citando al toro del lado derecho y cambiándole el terreno para que pase por el lado izquierdo y salga por la espalda del torero habiendo pasado del perfil delantero al perfil trasero. Se conoce como péndulo, lo hizo Castella en aquella faena de Madrid, y es toreo porque se cambia con poder la trayectoria del toro. Si es con un toro que ya está ubicado en el lado izquierdo del torero que saca con la mano derecha la muleta por la espalda, no vale nada.

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Esta abominación estética llegó a ser el delirio de las masas cuando el toreo perdió todos sus valores eternos en el escalafón superior.
PASES CIRCULARES: consisten estos en la noble labor de hacer describir al toro un círculo en derredor al cuerpo del torero, citándose de espaldas o por una cadera, hecho que produce gran regocijo y un clamor histérico en dos tiempos ( ooole, ooooooole) en los públicos de América, pues no olvidemos que en nuestro continente, salvo honrosas plazas, se grita olé desde el cite. Antes, los criterios para indultar un toro versaban sobre su comportamiento en el caballo, su fiereza en las banderillas y su recorrido, codicia y nobleza en la muleta, además de los terrenos; de un momento a otro, se empezó a considerar a Paco Ojeda como un torero que se podía igualar a El Viti, y desde entonces los pases circulares son el primer criterio para determinar un indulto, pues en cuanto un anodino animal se traga 4 de estos pases, se cree que es una apoteosis de bravura y se ronca olé al mismo tiempo que se bate un pañuelo solicitado la gracia al toro.

El pase circular es una mentira en dos sentidos: el primero, es un pase de alivio, a media altura y que no supone gran rompimiento para el toro, por lo que para él es fácil ir a jugar la rueda-rueda tras la muleta. De ahí que sea común al espíritu del pase circular que nazca ante la negativa del toro a embestir por un pitón, es entonces cuando el torero empieza a darle la espalda despacio y le presenta la muleta al otro lado, a media altura, sin reticencias, y el toro va. Es falso entonces al no suponer un toreo profundo, pues es de recurso, aliviado, un pase en el que el toro cree que ya no se le obliga a estar sometido, y va hacia el otro lado sin problemas. Entonces, la mentira del pase redunda en su mala interpretación, pues en ningún momento, y he ahí el segundo sentido de la mentira, puede considerarse bravo a un toro que vaya en círculos si estos son a media altura, hacia adentro y tras negarse a ir por el pitón donde se le citó anteriormente, aunque como señalamos, este infeliz hecho es considerado como causal de indulto, y no solo en México o América.

Un hecho que me impresionó de la gravísima afición de Céret, fue que durante la encerrona del maestro Robleño con Escolares el año pasado, el maestro intentó hacer un pase circular y el público lo pitó: fueron los únicos pitos de la brava encerrona. El maestro desistió de inmediato y se puso a cambiarle el terreno al toro, dándole las afueras y ligando una serie de grata recordación, SIN CIRCULARES.

Con lo dicho, la perversión del circular se revela en que además de aportar un toreo que no es profundo, logra incidir en la decadencia de las cabañas bravas del mundo. No hay duda en que hay una relación directa entre el pase circular y la concesión de tanto indulto barato que llena los campos bravos de sementales descastados, que en cuestión de varias generaciones agotan su pozo y echan a arruinar toda una ganadería, e incluso toda una cabaña brava, si atendemos a la realidad de los toros lidiados hoy en América.


A MANERA DE DESPEDIDA
Creemos pues que una tauromaquia sustentada además en la falta de profundidad y de toro, y que se apoya en una mentira que va desde la falsa valentía hasta la afectación directa de las ganaderías, desde luego es penosa. Por eso, las faenas de Morante, El Payo y Macías en la actual feria de Aguascalientes, son una vergüenza profunda, con cargas de profundidad sobre un público que lo mismo le da un mantazo que un buen muletazo, pues terminarán valorando lo superficial del arrimón, el cambiado por la espalda o el pase circular por encima del toreo de verdad; tauromaquia entonces febril que no tendría nada de inofensivo si no necesitara precisamente de un toro manso, y además de requerirlo así, devolverlo indultado a la ganadería cargado de kilos y mentiras en lugar de pitones.

Cambiar el toreo de la verdad, el auténtico y el profundo, y en nombre de la variedad por estas memeces facilístas, desde luego es derecho del aficionado, ¿pero cambiar el sistema de valoración del toreo y el toro, hasta el punto de afectar los triunfadores de las ferias, las preferencias del público y por ello la planeación de los carteles, y la cabaña brava? Alguna voz de protesta debe levantarse, así sea esta ridícula mía. 

Click. Del blog La Fiesta prohibida: todo lo contrario al toreo vulgar; cite e inicio de serie del maestro Ricón en Bilbao

Y EN AMÉRICA, LOCURA GENERAL ANTE FAENAS SIN SITIO Y MEDIOCRES, INCLUSO MORANTE
Monumental de Aguascalientes, Feria de San Marcos 5-mayo-2013 from Suerte Matador TV on Vimeo.

Monumental de Aguascalientes, Feria de San Marcos, 4-mayo-2013 from Suerte Matador TV on Vimeo.