Para empezar, “colocarse” es una palabra horrenda, que a
petición del escritor animalista Fernando Vallejo, debe reemplazarse por “ponerse”,
del mismo modo que la horrenda “escuche” ha de ser reemplazada por “oiga”, para
bien de nuestra amada lengua castellana. Sin embargo la tauromaquia es una
cultura, y como tal, asume un metalenguaje o uso del idioma solo válido en esa
cultura, por lo que si uso la palabra “colocarse” y sus demás cópulas, como la
horrenda palabra “colocación”, es a causa de que esa palabra significa algo en
la tauromaquia.
Chicuelo, quien realmente definió las bases dejadas por Belmonte, nos muestra qué es cruzarse |
Colocarse pues, es un concepto territorial, que significa el
sitio donde el torero se pone quieto a torear; debido a que hablamos de
quedarse quieto, sin duda su introducción definitiva al arte del toreo se debió
a Juan Belmonte, quien en un tentadero se percató de una cosa: si se cruzaba al
pitón contrario las reses iban con mayor facilidad, aunque eso le sumaba el
doble de riesgo al arte de torear, pues entre la trayectoria natural de la res
se inmiscuía el torero.
Piénsese por ejemplo en que se toreará por naturales: la
muleta está en la mano izquierda y el sitio natural del torero es entonces por
el lado izquierdo del toro, o mejor, por el pitón izquierdo; cruzarse a pitón
contrario, significa que el torero ha de pasar por el campo visual del toro, y
del lado izquierdo al lado derecho, donde el toro seguro arrancará su
embestida, pero donde hay mayor peligro, pues el cuerpo del torero está atravesado
entre los dos pitones. Antes de analizar la gráfica explicativa, es necesario
aclarar una patraña: hay algunos discursos infames que venden el toreo fuera de
cacho como el peligroso; tal consideración ni siquiera merece que nos
detengamos, aunque más adelante la mencionemos, aclarando por demás que es
falso.
Bien, se pide que se considere la primera gráfica:
Lo que allí puede verse es que la mayoría de toreo hasta los
años 90’s, correspondía a lo que el número 1 representa, como introducción
básica de Belmonte: quedarse puesto sin cruzarse, pero en el campo por donde el
toro ha de pasar irremediablemente. El número 2, que representa el toreo de
Manolete, quien cargaba la suerte con todo su cuerpo (véase nuestra entrada sobre cargar la suerte), está un poco más cruzado, de hecho carga la suerte por
ello, porque su cuerpo entero está ofrecido a la trayectoria del toro, y el
torero ha de torear para que no lo atropelle. Y finalmente, el número 3 a
través de Arruza, nombre al que deberíamos añadir al de Lorenzo Garza, se concluye que
hay un total cruzamiento del torero, aunque mexicanamente arrimado. Bien, en el
toreo posmoderno o actual, que bebe de la tauromaquia mexicana hasta un punto
que no se ha analizado, se introduce una nueva posición, la número 4, que se
relaciona además abajo con la trayectoria del toro en las 4 distintas
tauromaquias; se ruega atención:
Como se anota, en la figura 4 el torero está absolutamente fuera de pitón,
hecho que logra no solo poniéndose lejos de la trayectoria, sino además usando
el pico de la muleta (la parte de la muleta más alejada del cuerpo del torero),
por lo que el toreo posmoderno se llama “toreo en líneas”, y más que en la
exposición del torero, consiste en la ligazón y la composición estética.
¿Cuál es el problema con la colocación entonces? Como dijo
Antoñete, hasta para tomarse una cerveza hay que saber pararse. Del primer
muletazo, cuando la serie es ligada, depende cómo será el resto de muletazos,
pues el segundo muletazo debe enhebrarse teniendo en cuenta dónde está el toro
¿y dónde está el torito? Donde se le dejó tras el primer muletazo esto es: o en
la cadera contraria cuando hay toreo auténtico, o lejos y por fuera, en el
toreo ventajista. Todo esto depende del sitio.
En la colación de los números 2 y 3, el torero ha de vérselas
con los dos pitones, mientras que en 1 y 4, solo con el izquierdo, con
tendencia en la colocación 4 a solo vérselas con el costillar del toro al final
del muletazo, si se torea en líneas, fuera de cacho con la suerte descargada y
además con el pico de la muleta (de allí la patraña según la cual el torero se
arriesga más toreando a lo mexicano que mencionamos arriba); lo anterior se
explica de manera sencilla: el toro persigue el pico de la tela, lejos del
torero, y cuando el brazo describe la curva, los pitones del toro ya han
pasado, la pierna de salida escondida solo puede chocarse con el costillar del
toro, si es que choca. La distancia con la que el torero aleja al toro
embebiéndolo con el pico de la muleta, deja un espacio donde, según el adagio
torista, “cabe otro toro”, esto es, sin peligrar, salvo en el 0.1% de los casos (como la cornada de ayer de El Juli), cuando la ventana abierta es vista de inmediato por un toro con sentido
y que manda derrotes de manso: entonces la cornada es segura, aunque lo sería
más si el torero se cruzara, viéndoselas con dos pitones que mandan derrotes, y
no solo uno.
La colocación es fundamental para que haya verdad. Se
recomienda para la comprensión de su importancia, la lectura del maestro
Navalón sobre la verdad a la hora de citar.
Supongamos, según algunos apostolados, que todas las
tauromaquias son válidas. Pero supongamos otro principio, más general de la
tauromaquia: lo que hace el torero tiene sentido porque arriesga su vida, ergo,
tendrá más sentido, si la arriesga más. El torero más auténtico no puede
resultar de la ligazón o la estética solamente, estas dos nociones posmodernas
pierden interés si no hay sensación de riesgo; es obvio que el torero no estará
cruzado en todos los muletazos, solo le basta en el primero, pues hay que
recordar que la totalidad de la serie dependerá de cómo fue el primer muletazo
en colocación; vamos a ver:
De la colocación depende dónde queda el toroà De dónde quedó el
toro, depende el segundo muletazoà
Y así sucesivamente hasta el de pecho.
Por ello, vemos tauromaquias como la de Manzanares III,
donde solo se ve ajustamiento, y que el toro le pasa cerca, en el penúltimo
muletazo y el pase de pecho, sin que sea un ajustamiento peligroso, pues el
torero tapa su timidez acompañando con estética la embestida.
Esos grandes esperpentos de la tauromaquia actual, donde el
torero debe corregir un sitio totalmente descompuesto, en una época donde se
supone que a la previsibilidad del toro más previsible de la historia se le
llama clase, solo es culpa de la mala colocación:
En resumen podemos considerar a la posición 4 como una
ventaja, si a ello se le añaden otras ventajas: torear con el pico, sin
obligación del toro, hacia afuera, en línea, de perfil y con la pierna de
salida escondida: allí el toreo sólo ocurrirá al final del muletazo, no en todo
el muletazo si entendemos por toreo llevar al toro en contravía de su viaje natural,
que es en vía recta. Por ello, la posición 4 también es una ventaja para la
ganadería: si el toro solo va en líneas, sin que su columna se quebrante por el
toreo de poder en curvas de la posición 3, el toro puede durar hasta 100
muletazos y sigue fresco como yogurt en nevera en la posición 4, pues no se le
obliga en nada, salvo en tener buena caja respiratoria y estado de atleta,
aunque la bravura no es ser rápido, sino crecerse demoniacamente al castigo.
Por ello, un torero como Ponce, que conjuga todas las ventajas junto a un
elegante y prestante toreo a media altura, es el torero que más toros ha
indultado en la historia: nunca los somete, les puede pegar 100 muletazos y los
toros siguen como si nada. Las cifras de indulto de Manolete o José Tomás, son
ridículas frente a las de Ponce.
En definitiva, el sitio como compromiso del torear, debe ser
la antesala a la verdad del muletazo,si no es así, indiscutiblemente es una ventaja: