domingo, 28 de abril de 2013

Sobre el cartel para Pamplona 2013




En el mundo del toro se ha levantado una pequeña polémica a raíz del cartel que Mikel Urmenete hizo para la Feria del Toro de Pamplona 2013, evento famoso a nivel mundial por celebrarse en ellos los encierros de San Fermín. El cartel en cuestión, que vemos en la parte superior, evoca la figura del toro a través de una mesa plegable en la que arquetípicamente puede identificarse la morfología de un toro de lidia, con los sacrosantos cuernos sobresaliendo de la cabeza. Para ponerlo en resumen, la pequeña polémica se da ante la expresión de una molestia por parte de la afición que no concibe que tan sencillo y divergente trabajo, pueda representar algo en la cartelería taurina.

La cartelería taurina es otro discurso estético que depende de las corridas de toros. Tradicionalmente, consiste en que un artista produzca una obra apreciable que evoque el mundo taurino, y que tal reivindicación estética sirva para promocionar una feria, por lo que la obra es susceptible a ser marcada con publicidad sobre la feria en cuestión. Muchos artistas modernos desde Picasso, Dalí, Miró, y hasta Botero, Barceló y Ramos (de quien destacamos aquí su cartelería) ,  han creado estos productos exclusivos, lo que da cuenta del alto nivel intelectual que gira en torno a este discurso estético, que conforme la feria que usa el cartel tiene más importancia, del mismo modo tiene a un artista que se le equipare en importancia haciendo la cartelería. 




Proceso de la cartelería taurina, de la obra a la inclusión de la propaganda. En este caso es con un Diego Ramos

Es fundamental que la cartelería taurina sea un discurso estético sostenido, por cuanto plantea una relación con los artistas o pintores que no nos conviene perder. En parte, el descontento de algunos sectores de la afición puede ser justificable bajo esos presupuestos, teniendo en cuenta la importancia a nivel mundial que supone San Fermín y Pamplona. El cartel de Urmenete se revela entonces como superficial.

Y sin embargo, esto desconoce además que el toreo y los discursos estéticos que de él se desprenden, deben actualizarse con las tendencias del arte actual, precisamente porque establecer una relación con los artistas que hacen la cartelería, es establecer una relación con el Arte mismo. Por ello, lo mejor de la cartelería taurina actual se puede cifrar en una obra taurina como la de Ramos, sostenida en innovaciones formales como los arrastres, los empastes matéricos y los manchones. De esa misma innovación formal goza el cartel de Mikel Urmenete, pues consiste en un total colgamiento hacia lo conceptual: el toro ya no es toro, sino un arquetipo susceptible a ser evocado en un lugar tan disímil como la luna en cuarto menguante, las barras de la cama que hacen una sombra taurina en la película Brau Blau, o en una mesa de planchar plegable vista en New York, que fue lo sucedido con Urmenete. 

Tal es el sentido de este cartel, que representa al toro culturalmente, esto es, es una abstracción del toro. Con un poco de reventadurismo institucional en este blog, pudiera decir que las quejas contra el cartel de San Fermín son un poco irónicas teniendo en cuenta que el toreo posmoderno se sostiene con un toro abstracto (al no ser un TORO): un toro de lidia sin tercio de varas, fiereza, transmisión y que no sirve para el toreo en redondo porque se parte en dos, como tantos casos conocidos. 

Las protestas del sector tradicionalista que no se siente identificado con el cartel, son tan legítimas como infundadas entonces. El cartel, valga insistir en ello, es la inclusión, una más, que debe hacer el mundo del toro en lo contemporáneo, y antes que criticarlo a pies juntos, se debe entender como el llamado a la reflexión sobre los modos en que el toreo se tiene que relacionar con lo contemporáneo para garantizar entonces su actualidad. Ya queda menos.


Caso perfecto de cartelería taurina, en esta ocasión de nuevo es un Diego Ramos.
 Por cierto, estas son las corridas anunciadas: