lunes, 15 de abril de 2013

MORANTE NO ES COMO LO PINTAN


Este pequeño escrito es una reivindicación histórica justa: Morante, a pesar de estar inserto en la trama infame del monoencaste, no debe meterse en el saco de las figuras actuales. Permítanme aclararlo: con José Tomás, no es una figura del toreo, es un torero de época, cosas hartos distintas. André Viard alguna vez le dijo al Juli una frase lapidaria, 15 años no son nada en una historia de siglos. Así parece ser. Se recuerda a Paco Ojeda con el mismo olvido que a Jesulín de Ubrique. La figura del toreo es una categoría históricamente desechable, contrario a ser un torero de época. Esos 15 años que no son nada si lo confrontamos con esta historia de siglos, ilustran lo siguiente: el torero de época hace una época, la única gran época de la tauromaquia, y lo hace respetando unos valores eternos que lo ponen al nivel de otros maestros que también los respetaron, y estos valores versan sobre la dificultad, no sobre el alivio y la ventaja.

Si bien es cierto que Tomás y Morante se permiten ventajas inaceptables, como la del monoencaste, también lo es que sus historias han sido más dilatadas y con más encastes que los toreados por las figuras actuales. Vaya y venga, a Joselito se le reclamó al final de su carrera su preferencia por lo de Urquijo, y a Belmonte el trasteo de su toreo de la cargazón al perfilismo, con lo que decimos que nuestros santos patrones también tuvieron sus serios cuestionamientos. Lo que sucede, es que hay que ponerlo en contraste con otras figuras: algunos toreros usan absolutamente todos los medios de alivio desde el corral hasta la espada. Todos. Y dando con la fortuna de llegar a la cima, siguen acentuando esos alivios; pero en cambio, los maestros tienen algo que contrarreste ese alivio; ruego que nos fijemos en este toreo de capa:


Resumen 7º de abono. Morante de la Puebla, Sebastián Castella y Alejandro Talavante from Maestranza Pagés on Vimeo.

Morante, al igual que Tomás, respeta ciertos principios de la dificultad que los distancian del resto de figuras, valores que podemos resumir en: cargar la suerte, ofrecer el medio pecho, torear los muletazos, tener profundidad en la capa, noción del sitio para rematar los muletazos a pitón contrario, que es donde hay verdad, y una visión para llevar la estética taurina más allá: en José Tomás es una ruptura del cánon de Belmonte, pues el sitio de Tomás, casi sobrenatural, es llevar a sus últimas consecuencias el principio del torero como dueño de todos los terrenos, hasta los más mortales, para torear. En Morante, es el barroquismo, el sobrecargar de estética el toreo, pero sin traicionar su verdad. Entonces, así como carga la suerte, al mismo tiempo está componiendo su figura o expresión corporal según los cánones (metiendo riñones, encajando la barbilla en el pecho, expresando tensión, etc). Ambos toreos están llenos de grandeza trágica.
Revolera cargando la suerte y sin aspavientos violentos, hay arte.

La media verónica que hoy pegó en Sevilla es una caracterización. Hubo un baile de corrales donde se rechazaron hasta 7 toros por falta de trapío. Ya en plaza, le salió un toro leve; luego, en 2:25 en el video de arriba, le pegó una media verónica absolutamente templada, rematada en la pala del pitón contrario aunque pegada de frente y a pies juntos, con lo que el toro quedó absolutamente roto y toreado, con el terreno cortado, en la cadera contraria del torero. Es lo que Belmonte, mil excusas por la exageración comparativa, preconizó al inventar este lance: que fuera un reflejo de su toreo moderno, al llevar desde el cite hasta el remate, al toro toreado, con lo que se le llevaba a terrenos que el toro no quería, recorriendo en curva, y se le añadía la dificultad de hacerlo en torno a la cadera del torero con el riesgo mortal de la cornada, pues se estaba quieto el torero; lo increíble es hacerlo, pero en la capa, y con esa profundidad para romper al toro. Muchos se sorprenden por la lentitud del lance, su eternidad: yo por su profundidad toreada, y si juntamos ambas cosas, tenemos que con una simple media verónica, Morante aplastó el toreo artificial que hacía dos días en la misma plaza, un muchachejo instrumentó hasta aburrir al público aficionado.


Esta foto es el transcurrir de un lance que al final hizo que el toro resultara en la cadera derecha de Morante. ESO ES TOREAR! 

Pero recordemos que Morante ya había instrumentado una tauromaquia absoluta con toros de Victorino en la misma plaza, según los principios que Molés llama añejos, pero que en realidad son eternos, por lo que la conclusión es que Tomás y Morante deben lidiar otros encastes, pues a diferencia de otros toreros, ellos sí pueden con ellos, cosa que han demostrado en el pasado. Hay que dejarlo claro: el monoencaste es una ventaja inexcusable; de haberle pegado esta media verónica a un toro mejor presentado y de mayor transmisión de casta, estaríamos hablando de la media verónica más importante de la historia reciente. Por desgracia la ausencia de un toro siempre pone una sombra gigante sobre cualquier faena, incluida esta. Es como si le faltara la mitad al sol, pero esta mitad existente es capaz de poner en duda cualquier otra tauromaquia actual. ¿Cómo se puede decir que un torero X o Y es el mejor del momento, si no supera en el capote a Morante? ¿Cómo se puede aseverar de manera similar, que X o Y torero es el mejor del momento, e incluso de la historia (pues demencialmente se ha comparado a un torero actual con Joselito El Gallo desde una geta demente), si no tiene el sitio y la profundidad de Tomás en la muleta? ¿Qué sería de la historia taurina, si Tomás y Morante hicieran lo que hacen, pero con toros de todos los encastes? Nuestra historia sería más rica, como primera respuesta:

 
Pero también, la otra cara de la moneda, que deja en entredicho la perfección de lo imperfecto: