lunes, 10 de junio de 2013

La temporada madrileña de inicio de año: el esplendor de las ruinas.


Dice Camus que contar la historia del fracaso es un riesgo, pues la pobredumbre arrastra en su vorágine incluso al relato del fracaso, por lo que el narrador termina participando de tal hundimiento. Se corre tal riesgo al hablar de la ruina de la temporada mayor madrileña: compuesta por el 1 y 2 de mayo, el San Isidro, la feria de Arte y Cultura, y las corridas de La Prensa y la Beneficencia, la temporada grande en Madrid constó de 33 tardes, 20 de monoencaste Domecq-Núñez, 9 de encastes minoritarios, y 4 de rejones, que tienen su propio monoencaste. De las 9 de encastes minoritarios, solo 5 pueden considerarse como tardes de corridas duras. Hablamos entonces de un toral de 198 reses de lidia, entre novillos y toros; 198 animales con 396 orejas, de las cuales solo se cortaron 15. De las 15 orejas, solo dos no tuvieron en torno a tal concesión de trofeo, una amarga polémica por la evidente ridiculez de conceder un trofeo antaño tan preciado a faenas sin un solo pase completo, por ejemplo.

Hablamos entonces de menos de un 5% de triunfo en medio de un gran desierto de aburrimiento y rebajamiento. ¿No se puede considerar esto como un fracaso total? Y sin embargo, la presente temporada sigue teniendo mejores números que la temporada del 2012. Pero ante la evidencia de un fracaso con estrépito que seguramente incidirá en la caída en picada de los abonos y el número de asistentes, lo necesario aquí es preguntarse la naturaleza del fracaso: el toro y el torero.

De las 198 reses de lidia, solo el cabalístico número de 22 reses sirvieron para el espectáculo en más de un tercio, lo que no quiere decir que sean auténticamente bravas, pues de estas 22, la mayoría fueron toros mansos encastados, y solo salieron 5 toros bravos auténticos para los 3 tercios. Esta bravura no computa las corridas de rejones sino las de a pie, y se distribuye en 4 toros bravos en las corridas duras, y solo uno en las de monoencaste. 

Lo anterior deja una cosa en claro: de los 120 toros de monoencaste, solo uno fue realmente bravo (el sobrero de Sánchez Dalp, vía Núñez), y sirvieron para la lidia de muleta 8 toros :  osea, 9 toros de 120 del monoencaste sirvieron únicamente.

Mientras tanto, en las corridas denominadas duras, de 30 toros, 13 resultaron buenos para lidia en los tres tercios. De ellos, Bustillo II y Marinero, resultaron francamente bravos, y otros 6 toros de estas ganaderías duras, también con una nota más que sobresaliente. 

Malo, del monoencaste
Malo, que fungió como corrida dura, cuando Samuel Flores no entra ya en esta categoría.
La conclusión es que las corridas duras, con un número mucho menor de toros, pueden sacar un porcentaje más alto de éxito con respecto al apabullante monoencaste Domecq-Núñez. ¿Hay alguna razón entonces para continuar con el modelo del monoencaste? La respuesta de la empresa es clara: imponer un concepto de toro y de toreo que privilegie a los toreros que la empresa apodera, y a las ganaderías que la empresa maneja, así con ello la calidad del toreo sea de un exagerado 5% sobre 120 toros y 20 tardes. Un caso paradigmático de ello es la inclusión en dos tardes de la ganadería Jandilla durante esta temporada: procedencia Domecq del monoencaste más aberrante, y sin haber tenido mayores méritos que arruinar el mano a mano de Mora y Fandiño hace un año, echó en este 2013 a Las Ventas un total de 11 reses inválidas y sin casta. Y volverá. 

Otro factor tan diciente como el ganadero, es el de los toreros y los carteles. La inclusión de toreros sin méritos, la preminencia de las confirmaciones de alternativa, la injustificada invasión de toreros mexicanos justificada indecentemente con orejas de pueblo, la reiteración de los mismos libretos que antaño han fracasado: tal es la naturaleza de lo que en realidad debería ser otra cosa harto distinta: la inclusión de toreros con mérito (por ejemplo, Escribano, quien le cortó las dos orejas a un Miura de vuelta al ruedo en Sevilla), o la inclusión de toreros extranjeros en equilibrio de países y méritos (la ausencia de Fermín Rivera pero la inclusión de Silveti en el elenco mexicano), o la supresión de toreros sin nada (Luque y El Cid en varias tardes sin haber demostrado nada, y pasando por Madrid sin pena ni gloria). 

Ausencias como la de Juan Mora, Frascuelo, Lamelas, Moreno, Rivera, o incluso el citado Escribano, solo por decir algunos, le restan variedad a la feria, y también justicia. 

Otro tanto es la desgracia: cuando sale el toro, no hay torero; en esta temporada se hizo patente la abusiva ausencia de capacidad lidiadora de la gran mayoría de toreros, incluso figuras. Citar la vergonzante incapacidad de Talavante ante victorinos desrazados, la falta de recursos ante el picante segundo de Manzanares en la corrida de Victoriano del Río; la pésima espada de Fandiño, o la destoreada de la corrida de Baltasar Ibán por Urdiales, Mora y Bautista, es solo un tentempié de la desoladora realidad: los toreros han olvidado que un toro requiere terrenos, sabiduría a la hora de ponerlos en suerte y picarlos, modos de lidiarlos en las banderillas para corregir defectos, y conocimientos depurados de cómo ponerse para que el toro vaya, dure y luzca. Todo se redujo a ponerse donde estaban los papelillos, o sea, donde no había viento, lo que supone una reducción de ventajas para el toro, siendo la lidia la lucha a favor del animal, a fin de que este luzca su bravura en los 3 tercios. 

Toros como Bastonito (el reencauche del mítico del 94) o Baratillo, Matacanas, Brigada, o incluso Bustillo II, serán una incógnita para el aficionado, pues dejaron este mundo sin haber sido lidiados a la perfección, lo que pudo haber hecho lucir aún más la bravura que llevaban. En esta temporada Madrileña, se picó mal, poco y mucho, y salvo el ejemplar caso de la cuadrilla de Castaño y El Cid, los subalternos y el mismo lidiador, pasando por el director de lidia, no tienen idea de qué es la lidia correcta de un toro bravo en los 3 tercios. De las 198 reses, 16 fueron picadas en la querencia, cosa que revela la incapacidad de las cuadrillas para sujetar a un toro en todo un ruedo.

Ejemplo de perfección lidiadora: la cuadrilla de Castaño.

¿Cómo se puede llegar así a Madrid? Puede preguntarse uno en esta triste cosa.Un torero como Urdiales, quien debe resolver su temporada desde lo que haga en Madrid, se vio en 2 tardes y 4 toros con la misma apatía con la que el bravo Matacanas le dijo a Talavante que el toreado era el torero. Comentan los toreros, con mucha razón, que un triunfo en Las Ventas es algo devaluado, y que de poco sirve, como tampoco le sirvió de nada a Escribano salir por la puerta grande en Sevilla, y con miuras.

80% de las orejas concedidas fueron regaladas, y en la mayoría de los casos, premian al torero de una manera injusta, pues salieron toros de dos orejas a los que solo se les cortó una, y no por pinchar. Por ejemplo, a Perera le salió un mal presentado Alcurrucén de nombre Peladito, toro con transmisión y con series de hasta 7 pases, sin parar, y que duró 7 series de un total de 39 pases. ¿Qué más necesita un torero para cortar dos orejas en Madrid, además de salirle un toro de series de hasta 7 series con transmisión? Perera no puede responder, acaso porque su faena efectivamente sea de una sola oreja, y no de dos, como debería gracias al toro. Lo mismo le cabe en suerte al mexicano Joselito Adame, quien este año se llevó el gato al agua y tuvo en sus 2 comparecencias un total de 4 toros que embistieron con cierta casta y mucha nobleza (o sea, todo un regalo), cortando solamente una oreja y una oreja, cuando en un mundo justo debió cortar 8, pues en un mundo justo Adame debe saber aprovechar la nobleza y la suerte, y no, como en este mundo, recordar el destoreo poblerino, que al final termina acusando el noble toro español. 

Peor caso es el de las faenas que ni siquiera son de vuelta al ruedo, y a las que se les da una inexplicable oreja: el día de la corrida de Bohórquez, ante el diluvio de granizo que tapizó la plaza, el mexicano Silveti instrumentó una faena si una sola serie limpia, y sin un solo pase completo, a la que sin embargo se le otorgó una oreja, aduciendo todos que el torero se ha jugado la vida en medio de un diluvio: cabe preguntar si tal honor no lo mereció también al toro, pues el animal aguantó el granizo, con dos puyas costilleras y traseras, 6 banderillas mal puestas, y un matador que lo mareó a pases. ¿Se podría sin embargo honrar a este toro con los honores de la vuelta al ruedo, todo porque se quedó debajo del granizo? No, del mismo modo que la oreja de Silveti no vale nada, a menos que las orejas se den por circunstancias metereológicas, y no por el toreo: al toro se le da la vuelta al ruedo por bravo, y al torero, por haber toreado.

En cualquier caso, nombrar la falsa puerta grande de Talavante por una faena de oreja a la que se le dieron las dos sin pestañear, es hacer ver lo de Silveti, Perera, Adame, Manzanares, Ferrera o Castella, como épica taurina. Madrid ha bajado mucho el listón de la exigencia; ahora se le grita olé a pases cambiados por la espalda, a pases ayudados por alto y a faenas en las que una figura no se cruza una sola vez, cuando hace dos años esto era impensable en la hasta entonces "plaza más seria del mundo".

Hasta el momento, hemos ofrecido un panorama desolador en los aspectos ganaderos y taurinos, ¿pero acaso no fue así? A esto habría que sumarle la radicalización en contra del tendido 7, y la presentación de los toros. Siempre hay que preguntar, ¿por qué se culpa a Madrid de querer un "toro mastodonte", si plazas como Bilbao o Pamplona lo echan más grande, y nunca se acusa a estas dos plazas de lo mismo? Madrid no quiere un toro grande, pues de quererlo, nunca entraría a los corrales de Las Ventas una sola corrida de Baltasar Ibán. Lo peor, es que ahora Madrid ni siquiera sabe lo que quiere, o de quererlo, igual no puede hacer nada, ya que por desgracia no son los aficionados quienes controlan el baile de corrales. Como ya se ha contado, solo para Morante desfilaron un total de 20 toros en la de Beneficencia, y se parchó la corrida con los más pequeños. Hablar de las exigencias ganaderas de Madrid, cuando gracias a Taurodelta esta plaza se ha convertido en una dictadura de figuras y ganaderos donde el aficionado poco pinta, es más que socarrón. Se denuncia que Madrid ha sacado a los toros de su tipo, atacándolos de kilos para que puedan ser grandes y con romana, pero, ¿acaso no ha sido Betado, un Victoriano del Río de 650 kilos, el toro de monoencaste que mejor ha embestido en Madrid, incluso concediendo al toro el honor de la vuelta al ruedo? El tema está servido, pero no para los periodistas ni la empresa. 

Y a este punto es necesario llegar: Madrid es un fracaso, porque la empresa no tiene ninguna relación con el aficionado, más que la económica. El modelo de monoencaste y carteles sin mérito, funciona para beneficiar a Chopera, Casas y Matilla, porque estos dominan una concepción de la tauromaquia donde la ética de la bravura y el toreo auténtico no tiene cabida, y ofrecen una supuesta miseria para que esta contraste con el posible triunfo de las figuras del toreo, que precisamente estas 3 familias, apoderan. Pero este "posible triunfo" no puede ser auténtico en Madrid, ya que el público pide 3 tercios íntegros en la mediad de lo posible, y los toros de monoencaste, lo demuestran 111 toros, NO RESISTEN LOS 3 TERCIOS AUTÉNTICOS.  Sin la conjunción del toro bravo que exige el toreo auténtico pocas veces un espectáculo tan masificado, puede tener interés, pues este ocurre solo por error: con el manso de Talavante, con el manso encastado de Fandiño, con la corrida sin picar de Victoriano del Río, y pocas veces con el fulgor auténtico de la verdad: la bravura de Marinero y Pilarico para Castaño y su cuadrilla.  


El más bravo de San Isidro.

Entonces, Madrid fracasa así: por el toro, que no es el toro; por los toreros, que no torean; por los empresarios, que solo usan a la plaza para lucrarse, lo que es apenas deseable.

¿Qué hacer? En el tema del toro, mientra en Madrid se incluyen 20 tardes de monoencaste, en Francia las ganaderías bravas embisten:  Dolores Aguirre, Cebada Gago, Miura, Palha, Murteira Grave, La Quinta, Fuente Ymbro, en estos primeros 4 meses de temporada, han embestido en Francia, y no porque cruzando la frontera adquieran de ipso facto la bravura. Es más, en Francia el tercio de varas es auténtico. ¿Y los toreros? No nos riamos. 

Aunque podemos sugerir: no permitir más de un 30% de presencia de sangre Domecq y Núñez. Permitir al aficionado un 40% de soberanía para la inclusión de ganaderías y toreros, pues al fin y al cabo el aficionado es quien paga. Pedir reseñas gráficas de los toros en el campo. Pedir pedagogía sobre el tipo de cada encaste. Insistir en la necesidad de poner a las figuras a competir en carteles con toreros emergentes de las corridas duras, y en corrida duras. Regular el tercio de varas. Exigir que el torero con más antigüedad haga las veces de director de lidia. No permitir el monopolio de toreros mexicanos, pues todos los países del toro ajenos a España deberían tener igualdad de representación: torearon 5 mexicanos y solo 2 colombianos, mientras los otros países quedan en nada. No confeccionar la corrida de Beneficencia con un año de anticipación, sino atenerse a los triunfadores de San Isidro, así no sean figuras. Excluir de las premiaciones a los toreros involucrados en bailes de corrales, siendo Morante el campeón en esto. Mejorar los sistemas de compra, e ilegalizar aún más a los revendedores, pero no a los reventadores.

En conclusión, Madrid falla por que no está saliendo el toro de Madrid; falla, porque no están toreando los toreros de Madrid en las corridas de interés e importancia; falla, fundamentalemente y por todas las razones, al ser una plaza donde se reflejan las consecuencias del modelo actual, que de hecho es manejado por los 3 empresarios de la plaza: monoencaste, falta de diversidad y competencia, el aficionado como un ente que solo debe pagar, y no hablar ni pitar, a menos que quiera sufrir la ira de los columnistas.


Del Blog Cornadas para todos, la demencialmente sincera declaración de Choperita sobre el futuro de la plaza que su grupo maneja. 


En fin, este es el esplendor de las ruinas:


Javier Castaño con Ebanista y Pilarico de... por blogdetauromaquia
Javier Castaño con Sevillanito y Marinero de... por blogdetauromaquia
Alejandro Talavante con Artillero de Victoriano... por blogdetauromaquia
Iván Fandiño con Grosella de Parladé en Madrid... por blogdetauromaquia
Juan Bautista con Lanzavientos de Carmen... por blogdetauromaquia
Alejandro Talavante con Matacanas de Victorino... por blogdetauromaquia
Miguel Ángel Perera con Peladito de Alcurrucén... por blogdetauromaquia
Rafaelillo con Bustillo II de José Escolar en... por blogdetauromaquia
Uceda Leal con Costasol de Sánchez-Dalp en... por blogdetauromaquia